Breves de sábado (12/08/06)

Se nota enseguida

por Miguel Espinaco

Paz, se viene la paz - dicen, eso dicen hoy los diarios. La paz después de la destrucción podría ser una buena noticia, pero que algo raro hay se nota enseguida. Para pacificar, van a meter en el territorio del Líbano una tropa de 15.000 pacificadores.

Enseguida que leí lo de las fuerzas pacificadoras, me vino a la memoria una poesía de Benedetti: no sé hasta dónde irán los pacificadores con su ruido metálico de paz / pero hay ciertos corredores de seguros que ya colocan pólizas contra la pacificación / y hay quienes reclaman la pena del garrote para los que no quieren ser pacificados / cuando los pacificadores apuntan por supuesto tiran a pacificar y a veces hasta pacifican dos pájaros de un tiro.

Que algo raro hay, se nota enseguida. Cuando faltaba un rato todavía para que el Consejo de Seguridad de la ONU tratara la resolución pidiendo el cese de las hostilidades en la frontera del Líbano, el primer ministro israelí ya adelantaba que iba a aceptar la propuesta. Ya se podía, claro, ya Estados Unidos les había dado el tiempo necesario para que las bombas hicieran su trabajo de intimidación y patoteo, ya habían sido bloqueados todos los intentos anteriores de votar un cese del fuego, ya había sido redactada la resolución hecha a medida del plan de disciplinamiento que el ejército de Israel llevó adelante con eficiencia calculada, por cuenta y orden del imperialismo mundial.

"La resolución franco-estadounidense presentada al Consejo de seguridad de la ONU que apela a un alto el fuego en el Líbano, abre la vía a una paz duradera", dijo Condoleezza, chocha de la vida. No es para menos, el texto muestra cómo la paz es apenas la continuación de la guerra por otros medios, la continuación de los desequilibrios más inaguantables. Como si se tratara de una guerra y no de una invasión lisa y llana, el texto de la resolución pide una cesación total de las hostilidades y encima, nombra primero a Hezbolá.

Nada dice la resolución, claro, que obligue a la liberación de los miles de prisioneros libaneses en cárceles israelíes, ni mucho menos se mete en las consecuencias legales, económicas y humanitarias de la destrucción perpetrada por Israel en las últimas semanas en el Líbano, que ya es tierra arrasada, que sufre el caos de novecientas mil personas que han tenido que huir de sus casas, que ya cuenta quién sabe cuántos muertos.

Es cierto, como las Naciones Unidas dan para todo, el Consejo de Derechos Humanos, un rato antes nomás, había condenado a Israel por sus ataques al Líbano y había aprobado además crear una comisión investigadora de esos excesos de violencia.

Pero eso ni importa, claro, esas son palabras nomás, enseguida se nota que el que corta el bacalao es el consejo de seguridad y ahí mandan las potencias, esas que están acostumbradas a disciplinar a bombazo limpio, esas que después aparecen para pacificar a mano armada, esas que se llaman a si mismas comunidad internacional.


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