Breves de sábado (19/08/06)

Desnudeces

por Miguel Espinaco

Algún optimista estará tentado de afirmar que al final la corrupción, igual que el crimen, nunca paga.

El jueves, igual que en la cartelera de los cines, el tema obligado de los programas políticos cambió por otro estreno. Por unos días, la comedia dramática radical que enfrenta a radicales lavagnistas y a radicales kirchneristas, sale de cartel para darle lugar a un nuevo episodio de la ya famosa saga del thriller político que podría llamarse, digamos, corrupción en el senado de la nación.

Ocurre que apareció un nuevo personaje, Sandra Montero, que parece que tenía una relación muy íntima con Remo Constanzo. Esto de la relación muy íntima puede que no sea demasiado importante, pero el diario Clarín lo pone en negrita porque sabe que ningún trhiller funciona sin algún componente erótico, por lo menos sugerido.

Resulta que Sandra Montero vio el maletín con la platita en manos de Remo Constanzo, con la platita que hasta ahora únicamente el arrepentido Pontacuarto parecía haber visto, entonces ya salió De la Rúa a decir que esta es otra operación política, que es lo que se dice casi siempre y que casi siempre es verdad aunque el curro sea también verdadero, paradojas de las sagradas instituciones de la llamada democracia representativa.

Entonces, algunos cruces de celulares, gente que dice que sí, que Sandra trabajaba con el Remo aunque ahora el ex senador justicialista se haga el distraído, y ya está todo listo para una nueva historia alrededor de este hecho que cinco años después sigue dando pasto a la especulación periodística.

Aunque pensándolo bien, más que un trhiller realmente parece pornografía. De vez en cuando, cual si fuera una especie de rito necesario para su sobrevivencia, la cofradía de gerentes políticos que gobierna el país se dedica a mostrar oportunamente algunas desnudeces. De la Rúa, lo puso en una quinta en condición de preso y por un tiempito, a su predecesor Carlos Saúl. Hoy, las nuevas derivaciones de el caso Pontacuarto, hacen posible que durante la gestión Kirchner, De la Rua termine preso. No es aventurado suponer que cuando atardezca el Kirchnerismo, nos enteremos por los diarios de los arrepentidos por los sobreprecios de De Vido que ya muchos han denunciado sin demasiado éxito público, y lo veamos a Kirchner desfilando en los tribunales de algún próximo gobierno. Como en el juego de la silla, parece que hace falta siempre que alguno no se pueda sentar para que el juego siga.

Algún optimista pensará que esto demuestra que la corrupción no paga y que el libre juego de las instituciones y toda esa perorata. Lo que sí es seguro, es que la corrupción cobra, saca dividendos, da ganancias a algunos que nunca aparecen en los diarios.

Si no, fijate en este caso del que con suerte nos vamos a enterar de las desnudeces un poco patéticas ciertamente, de los políticos de turno. Fuera del campo de visión, más atrás de lo que el director de escena se dignará a mostrarnos, más atrás de los De la Rúa, de los Cantarero, de los Remo Constanzo, están los grandes empresarios que manejan los hilos, esos que ni salen en los diarios ni son citados a declarar, esos que se llenaron los bolsillos con el excedente que pudieron robarle a los trabajadores gracias a la flexibilidad laboral, o sea, dicho de otro modo, gracias a la corrupción.


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