Mi general cuanto valé!

por Javier González

Cuando Juan José Sebreli hablo de la necrofilia de las masas hacia Evita y Juan Perón, mereció una dura réplica de otro escritor Norberto Galasso.

Necrofilia volvió a esgrimirse una vez más por estos días cuando se supo que el féretro con los restos del general iba a ser trasladado, en emotivo acto, hasta su lugar de descanso final, la quinta en la que viviera junto a Evita, cuando Perón era el peronismo y resultaba imposible un peronismo sin Perón.

Don Chicho, mi vecino, acomoda su culo gordo en el sillón y sin apartar sus ojos de la tele me dice, mientras ve los disturbios que se dieron ayer en San Vicente: estos no son peronistas, nosotros sí que éramos peronistas. Estos son delincuentes.

Las imágenes que transmite la caja boba no lo desmienten, parecen reafirmar sus palabras: hordas enfrentándose a palazos, piedrazos y tiros. Disputándose vaya uno a saber qué cosa, pero seguramente ligada a los negocios turbios de la dirigencia sindical.

¿Esto es el peronismo? No, seguramente que no, pero es una parte importante de un movimiento que desde hace 61 años viene marcando la historia argentina.

El Peronismo no es uno solo, peronismos hay muchos.

Al fin de cuentas resulta una especie de monstruo con mil cabezas que siempre se las ingenia para mostrarnos el rostro que más le conviene, aunque de tanto en tanto aparezcan sus otros rostros, los del patoterismo barato de las mafias sindicales.

El peronismo para Don Chicho es "el del 45", el de las conquistas obreras, el del ascenso de los trabajadores, el de la burguesía nacional, el de la sustitución de las importaciones y el desarrollo de la industria, el del pulqui surcando los cielos de la patria, en definitiva el de San Perón y Santa Evita, guías espirituales de la patria.

Peronismos hay muchos, e intentar explicar la complejidad de esa totalidad a partir de los fragmentos suena a error. Porque también es cierto que Perón trazó su senda que lo llevaría a entronizarse como el gran mesías que esperaba el proletariado argentino. Es cierto que explicaba que la mejor forma de combatir al marxismo era sustraerle el proletariado a la izquierda marxista y al anarquismo, involucrándolos como consumidores al sistema, tutelados desde el Estado y con políticas asistencialistas y paternalistas. Es cierto también que buscaba ser el partido del Vaticano, cuando el papa se preocupaba por desarrollar los partidos demócratas cristianos en todo el mundo para disputarle las bases obreras a los partidos comunistas. Es cierto también que se pensó eterno y que -como a todos- un día la parca se lo llevó y que ya no está, por más que buscaran retenerlo, embalsamando su cuerpo como antes habían embalsamado al de Evita.

Peronismo es el de montoneros pero también peronismo fue el de López Rega y la Triple A, como es cierto también que el viejo caudillo apostó a un lado y a otro en un juego perverso que costó muchísimas vidas.

Borges decía que los peronistas eran incorregibles, pero hoy el peronismo parece una caricatura de esa incorrección.

La necesidad de resignificar un peronismo del siglo 21 junto al patetismo de las mafias sindicales transformaron el traslado del féretro de Perón en un film actuado y transmitido en directo, con un libreto que ni siquiera Fellini habría podido imaginar.

Gordos sindicalistas, dueños del poder, dueños de empresas, dueños de millones, balbuceando discursos berretas, haciendo una puesta en escena del dolor por el general que hace 32 años que no está, el mítico conductor de un país al que también se llevó la parca un día y al que no pudieron embalsamar.

La era kirchnerista pareciera empecinada en cerrar historias. Pero el empecinamiento también está puesto en imprimir con su sello personal la historia argentina, dejar su marca, "la Argentina antes y después de K", dejar atrás el siglo 20 e ingresar de una vez y por todas al siglo 21, dejando saldadas las cuentas, cerrando la historia del genocidio militar, cerrando la historia del peronismo.

Mientras tanto el peronismo, por lo menos por un tiempo más seguirá siendo el del Estado Benefactor del 45 que añora Don Chicho, el "socialista " de Cámpora que añoran los progres, también el de la triple A, el de Saadi, el de Menem, el de Kirchner, el de Reutemann que inundó nuestra ciudad y reprimió salvajemente el 19 y 20 de diciembre, el del Obeid de antes, privatizador y neoliberal, el del Obeid de ahora, supuestamente encauzado dentro de los "nuevos vientos latinoamericanos".

El peronismo seguirá siendo el de los gordos burócratas sindicales que continuarán llenándose los bolsillos a costilla de los trabajadores, el peronismo seguirá siendo el partido en el cual los trabajadores depositan sus esperanzas de bienestar, el partido paternalista, con un general que ya no abraza a nadie y al que los mismos dirigentes peronistas han convertido en "legitimador" de sus propias prácticas, a derecha y a izquierda, ilícitas o totalmente lícitas.


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