Los consejos de Seguro

presentados por Adrián Alvarado.

1

Un día vino la abuela de Osvaldo y le regaló un tiki taka, esas bolas de plástico que se chocaban entre sí gracias a un artilugio con hilos que había que ayudar con solo un poco de astucia. Osvaldo no tenía ni astucia, ni tino, ni conducta, ni inteligencia, ni plata, ni belleza, ni talento. Se llenó la cabeza de chichones y se lastimó un ojo y lo tuvieron que llevar al hospital, desde entonces todo el mundo se olvidó que el pibe se llamaba Osvaldo y empezaron a decirle Tuerto, el Tuerto intentó matar a su padre a los veinte y fue en cana. Estando preso leyó a Conrad y estudió abogacía y salió el tuerto como un cíclope lleno de experiencia y sabiduría a morfarse el mundo a tarascones y el mundo se lo comió a él y a toda su puta mediocridad en menos de lo que canta un gallo mal dormido.

2

En parte era parte y en su mayoría no tomaba partido por nada ni por nadie, centreaba todo el tiempo, quedaba bien con dios y con el otro, se acomodaba, repetía los gestos y los modismos de las personas más destacables de cada reunión en la que participaba.

No discutía con nadie a menos que pensara ganar de antemano, se contradecía a mitad de camino y le daba para adelante. La mayoría de las personas que conocía y que respetaba le habían sacado la ficha desde hace tiempo y no le dijeron nada y él siguió en su tren decadente hasta que se quedó solo.

Al principio pensó que todos los demás tenían un pedo en la cabeza y después le cayó una moneda grande como un tsunami y se quiso matar pero no pudo. Decidió cambiar y cambió, empezó por escuchar y le gustó, descubrió complacido que casi todos carecen de un oído amigo, entonces se acomodó de nuevo y escuchó resistiendo la tentación de opinar, servía para algo porque se lo decían y repetían y cometió el error de creerlo y se lo creyó de principio a fin, resistió la tentación pero no pudo, se creyó imprescindible y se quedó solo de nuevo y tuvo un hijo y lo llamó como él.

Su mujer no cortaba ni pinchaba, se había casado con una especie de cuchara de madera humana y no se dio cuenta hasta que ella empezó a delirar y se tuvo que hacer cargo de los tres, perdió el trabajo y los dientes y empezó a tomar alcohol, mucho, y tarde, se desbarrancó y allá abajo se sacudió el polvo y miró para arriba donde estaba su hijo esperándolo, subió la pendiente como un atleta sin miembros y llegó tarde otra vez, su hijo ya era mayor, lo odiaba y le costó mucho trabajo ganarse un mínimo de respeto. Al fin y al cabo un padre es un padre y hasta el más curtido de los hombres aprende tarde o temprano que los lazos filiales no se cortan así nomás.

Tuvo que ponerse las pilas y le costó porque ya era grande y su hijo se lo agradeció poniéndole su nombre al primer nieto después lo pisó un auto y hasta hubo quien lloró por el muerto.

3

Es de esperar que llueva dijo Esther y llovió, es de esperar que no pare dijo Esther y no paró. La odiaron en silencio los 23 días que no paro de llover hasta que Esther dijo es de esperar que escampe y escampó.

Esther tenía la nariz roja siempre y lloraba por cualquier cosa. Todos pensaban que no existía ni podía existir una mujer más triste que Ester. Esther lo sabía y no le importaba porque ella conocía todo lo que debía suceder, respiraba el futuro como quien respira aire, sabía cuando como donde y porqué y callaba la mayoría de las cosas por respeto hacia aquellos que respetaban la idea de destino. Esther amaneció un día negro que ya había visto y no entendió, era de día en el reloj pero el afuera decía otra cosa. A las diez de la mañana seguía oscuro y sin estrellas. En la radio decían que un experimento fallido había sido la causa y que lloverían cenizas al séptimo día a la noche, y llovió negro. Mucho es poco lo que tuvieron que limpiar. Después empezaron a morirse de a uno y Esther ya lo había visto hasta que también se murió como los otros.

4
(21 días)

El lunes arranco a duras penas, el martes descubro una resaca que no había visto, el miércoles le pongo el pecho, el jueves caigo con cuatro balas entre las tetas, el viernes tomo mucho coraje y encaro con la mandíbula apretada, duro, el sábado empiezo a sobrevivir el domingo en que desisto, el lunes arranco con fuerzas desconocidas y a la tarde me canso, el martes me muevo un poco como para sacudirme el peso de los años, el miércoles no entiendo porqué, me pregunto y no me contesto, el jueves pruebo con la comunicación y no funciona, el viernes me compro una tarjeta nueva, el sábado recibo un virus formidable en un ciber y lo abro, el domingo espero que sea suficiente, el lunes hay más, el martes me encomiendo a los dioses, el miércoles creo en todo y en todos, el jueves descreo de nuevo, el viernes me cuelgo pensando en escribir, el sábado escribo y el domingo pierdo todo.

5

Me acuerdo de mi papá que lloraba en el baño y pensaba que nadie se daba cuenta.

Me acuerdo de una calesita con sortija que era como una pera con una pieza de metal en la parte de abajo que había que abarajar para dar una vuelta gratis y que yo nunca agarraba hasta que el calesitero me la daba con una sonrisa por ser el más incapaz y el más entusiasta.

Odiaba a ese tipo que me dejaba ganar por un favoritismo egoísta que privilegiaba al perdedor, al niño que estaba destinado al sin destino del fracaso que era yo de chico hasta que crecí y pude comprarme mi propia calesita y nunca dejé ganar a ningún niño incapaz, por principios y por inútil.

Después me vi obligado a vender la calesita y quedé debiendo plata, a causa del estrés me quedé ciego por dos años, me regalaron un perro lazarillo que se quedó ciego a su vez y al que tuve que guiar hasta que se murió de viejo.

6

Uno busca y encuentra en general cosas equivalentes al esfuerzo invertido en la búsquela. Cuando uno trata de encontrar algo para escuchar en radio un día de semana termina escuchando lo menos peor y no va que el martes prendo la radio a eso de las once de la mañana y escucho a unas minas que fueron a ver a Arjona al luna park 28 veces, en el transcurso de la nota me entero que Arjona hizo 30 recitales en buenos aires y pensar que dos mujeres fueron a ver el mismo espectáculo 28 veces me da un poco de vértigo entonces me intereso y paro la oreja, resulta que como un premio al fanatismo la productora que trajo al artista se llevó a estas dos a Distrito Federal, México, para que vean a su ídolo 4 veces más y conozcan de paso la ciudad más contaminada del planeta gratis con hotel y todo, y uno le busca una explicación sensata a este fenómeno social y no la encuentra porque Arjona da bronca entonces uno se enoja y se la agarra con las dos mongólicas que fueron 32 veces a ver a un tipo a quien más de cuatro defienden como poeta y pienso en la petisa y me da tristeza entonces me emborracho, me mamo bien mamao pa no pensar que estamos fritos y al otro día dale que te dale otra vez de vuelta.

Libertad a Seguro


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Por donde callan
lo que no dicen
los que lloran
su desconsuelo
de anzuelo
frágil y
memorioso
de oso
polar que
para salir
de noche
se viste de
negro
se discute
a sí mismo lo
mismo de siempre
que llama
de día a su
amigo del
alma que no
ve ni siente
casi nada
y le pierde
el respeto
al sudor
y a la música
del trabajo
cuando suena
a rayos
de bicicleta
tocando
la banda
(yéndose)
para siempre.

En un perdido
panorama
de fuego fatuo
se descubre
la tristeza
de la soledad
sin fin
que se multiplica
cuando dos
se juntan
para engendrar
un tercero

En el pelo
de esa estrella
hay gotas del
rocío de la noche.

En el mío la luz
artificial
y alguna lágrima
ajena
que brilló
pero hace tiempo
ahora ya no brilla más.

Y yo que estaba
tan feliz
con la idea
me venís ahora
con que
no es posible
que no vamos
a poder
que
para el año
que viene
seguro.

Delfina Contreras

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