Breves de sábado (25/11/06)

Con eso no se jode

por Miguel Espinaco

El jueves, la legislatura santafesina fue como un resumen, fue como el sueño de cualquier cineasta que pretende contar un montón de cosas con una sola toma, fue un monumento a la síntesis.

El tema veda pesquera en Diputados, el tema bancarios transferidos en Senadores, dos vetos a dos leyes que habían sido bancadas por las bancadas del PJ, dos muestras de la fragmentación de un partido gobernante que, está visto, ya no es capaz de alinear a su propia tropa, que ya no tiene una voz cantante que pegue el grito y sanseacabó. Las discusiones, entonces, llevaron mucho tiempo para lograr apenas una semana de postergación, una semana de tregua.

En rigor, la cuestión no es nueva ni empezó este jueves. Los realineamientos a que forzó la debacle del menemismo al que Reutemann quedó pegado, la aparición del kirchnerismo en el escenario nacional y la necesidad de Obeid de crearse un espacio haciendo equilibrio entre el presidente y el reutemismo, mostraban ya todos los síntomas de la fragmentación. La bonanza económica logró que las cosas no pasaran de eventuales chispazos, uno de los cuales fue aquella discusión sobre si la Nación había mandado o no los 500 millones por la inundación y sobre si Reutemann los había gastado o no, y en qué.

Ahora, con las caras de Rossi, de Bielsa y de Perotti tapizando las paredes de las ciudades santafesinas y con el fantasma de Reutemann sobrevolando la escena, la cosa se pone - y se pondrá todavía más, seguramente - bastante más complicada. Ahora más que nunca, cada cual atiende su juego y teje sus propias relaciones políticas. No es raro, entonces, que el reutemista Mercier no haya tenido ningún cuidado en declarar a la prensa que el diálogo con el ejecutivo es "un diálogo de sordos".

Pero te decía, lo de la legislatura el jueves fue como un resumen: dejó ver por un lado la fragmentación pero mostró también, por otro lado, los límites de esa fragmentación. Porque a la hora de votar el pliego para premiar al fiscal Favaretto con el cargo de juez, todos estuvieron de acuerdo, todo el Justicialismo aprobó sin vacilar, 34 votos oficialistas contra 22 opositores fue el resultado.

No importó para nada - ni siquiera para los cálculos electorales, que tanto les importan - que los legisladores opositores se hicieran una fiesta de declaraciones altisonantes, objetando la participación de Favaretto como fiscal en la causa de la inundación del Salado en esta capital en 2003 y en los homicidios de diciembre de 2001, aún sin resolverse. No importó para nada el pedido de impugnación presentado por un grupo de personas afectadas por la inundación del río Salado que, precisamente, reprochaban la falta de investigación y de acusación contra el que consideran el principal responsable: Carlos Reutemann.

Tanta fue la unidad del Partido Justicialista en este tema, que hasta quedó espacio para que se hagan los ofendidos. Joaquín Gramajo, otro de los muchachos del Lole, se enojó porque dice que "acá parecía que la oposición quería tratar el pliego de Reutemann y no el de Favaretto" y explicaba que se "tomó el trabajo" de leer el expediente, sin encontrar "elementos que puedan inducir que Carlos Alberto Reutemann tenga alguna responsabilidad penal en el tema". No suena tan raro, al fin y al cabo el expediente lo armaron ellos, no?

Pero peor, ni siquiera es así, eso tampoco es verdad. El peritaje presentado en la causa - ya lo hemos analizado en otras oportunidades - da muchos elementos para considerar a Reutemann responsable de muchas cosas, se dice allí por ejemplo que la obra estuvo mal planificada por su gobierno y se dice también que había datos suficientes, un día antes de la entrada del agua, para evacuar los barrios que finalmente se inundaron y en los que murió gente. La defensa civil, cuyo jefe supremo era obviamente el entonces Gobernador Reutemann, no lo hizo. La evacuación, lo recordarás, se hizo al final espontáneamente y con el agua al cuello.

Todo eso estuvo ahí el jueves, en la legislatura santafesina, todo concentrado en un solo día y en un solo lugar. De un lado la división, cada cual juntando sus porotos para la puja interna, del otro lado la unidad férrea, la complicidad para sostener la impunidad. No vaya a ser cosa, con eso no se jode, eso parecen decirnos los legisladores justicialistas.

Como en esas logias que se juramentan, todos se cuidan el traste mutuamente. No vaya a ser cosa, claro, no vaya a ser cosa que alguno termine enredado en algún proceso judicial y entonces, terminen todos salpicados.


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