El Jorge y el Hugo

por Enzo Vicentín

En los últimos días, los presidentes de Estados Unidos y Venezuela recorrieron en simultáneas giras países situados a lo largo de América Latina. Hábil para acumular poder a partir de la miope política exterior norteamericana, Hugo Chávez opacó con su contra-gira a la insulsa gira de George W. Bush. De lo leído en medios informativos derechistas o progresistas, poco se encuentra respecto al impacto de las ambas giras presidenciales sobre los movimientos sociales y políticos de izquierda o progresistas. Las miradas de los editorialistas pasaron por analizar la relación de entre gobiernos, y el derrotero de las mismas antes y después de las giras.

Viendo un poco por arriba a la gira estadounidense y a su opuesta contra-gira venezolana, tal vez el contraste más evidente mostrado por las cámaras ha sido el claro carácter popular del raid chavista en contraposición al aislamiento agorafóbico de la comitiva yankee. Tal como sucede cuando Estados Unidos presiona a sus enemigos políticos logrando tan solo el afianzamiento del poder que intenta socavar, esta vez el resultado de su gira por Latinoamérica reafirmó la tremenda impopularidad de Bush al tiempo que hizo de Chávez un personaje aún más popular en el continente. Independientemente de si ahora política y diplomáticamente el liderazgo de Brasil en Sudamérica es más fuerte o más débil que antes de la visita de Bush, lo concreto es que para miles de personas ajenas a cualquier movimiento la figura, la imagen de Chávez se afirma y la de Lula se desinfla (si no es que ya lo estaba antes) como referente ante la intromisión del imperialismo norteamericano por estas tierras. El líder venezolano ha logrado, en mi opinión, trazar una polarización que lo ubica como la alternativa a la tutela de Bush en el continente. No estoy diciendo que efectivamente lo sea, digo que su práctica y su discurso han influido (y eso es imposible de cuantificar hoy) en las representaciones que las masas construyen en sus cabezas sobre los políticos.

Está claro que visitas de 7 o 15 horas a un país no se hacen para lograr demasiados resultados concretos. Se vio claramente que Bush buscó con su gira decir algo como que su Gobierno no se desentendía de América Latina, a la cual considera como su "vecindad", y que considera importante a la región (aunque en realidad no se así, pero bueno, en la mentira está basada la política exterior norteamericana, así que…). Chávez buscó mostrarse con los que él considera como sus aliados en el continente, y de paso visitar en Centroamérica países empobrecidos como Jamaica y Haití para cimentar su imagen. Cada uno desplegó en un imaginario tablero militar la disposición y el rol de sus "tropas" en el continente, aunque es claro que la visita de Bush a Uruguay no tuvo el mismo carácter que la visita a Colombia, y que la de Chávez a Argentina no es similar a la de Jamaica. Aún así, una diferencia resalta en el juego comparativo de ambas giras: Chávez aparece con una gran chequera y Bush no. Parece que lo único interesante que pudo ofrecer el responsable de las torturas en Abu Ghraib o Guantánamo es su sonrisa y un apretón de manos para la foto. Las decenas de acuerdos firmados con Lula, Tabaré, Uribe o Calderón no han dejado novedades dignas de ser mencionadas, a excepción del acuerdo con Brasil para la generación de energía a partir del etanol. Deberíamos preguntarnos si realmente podría proponer algo innovador un presidente cuya imagen ha caído tanto que en EEUU ya cuentan sus días hasta el 2009 y además no controla el Parlamento, ahora en manos demócratas; si en Colombia ni siquiera apoyó enfáticamente la continuidad del Plan Colombia porque los demócratas llaman la atención sobre las violaciones a los Derechos Humanos por parte del Ejército y los paramilitares.

Chávez apareció con dinero y sobre todo con petróleo en cada escala que realizó. Un proyecto de refinería en Nicaragua, ayuda para los inundados de Bolivia, suministro de gas licuado para Jamaica, ayuda social para Haití. En ambas giras todo lo que se firmó quedó en el formal plano de las promesas, pero en el caso de Chávez son promesas de futuros beneficios, que considerando la chequera chavista y el rol que busca desempeñar Chávez en América muy posiblemente se cumplirán. En el caso de Bush han sido promesas de acciones o de medidas mucho más vagas o difusas. Se me ocurre que aquí cerca en Sunchales la imagen de Chávez no es lo mismo ahora que antes de "salvar" a la SanCor. Imagino que en otros países debe ocurrir algo similar.

La debilidad actual del gobierno estadounidense en su política exterior ha tenido en los últimos meses inflexiones importantes. Primero, EE.UU. negoció con Corea el Norte un acuerdo en el cual renunció a varias condiciones cuyo cumplimiento había impuesto a cualquier intento de diálogo. Segundo, para que la situación de Irak no se le vaya definitivamente de las manos (¿o ya es tarde?) inició negociaciones con su nuevo archirival Irán, a quien desconocía cualquier entidad en la solución del conflicto irakí antes de sentarse a negociar. Lo que puede verse es que la administración de Estados Unidos ha cambiado, y en algún caso sustancialmente, su estrategia para con quienes son los máximos representantes de aquel "eje del mal" levantado después del 11 de septiembre. ¿Por qué entonces EE.UU. no modifica su estrategia para América Latina, y particularmente con Venezuela? Como anécdota, Bush decidió ignorar una pregunta de un periodista uruguayo que le preguntó por Chávez. Creo que esa actitud puede leerse de 2 maneras diferentes: o EE.UU. considera que Venezuela no es un riesgo por el cual preocuparse demasiado, o EE.UU. tiene tal crisis y tal confusión que no comprende que en América Latina su influencia puede verse atacada como lo ha sido en casi todo el mundo a partir de su obsesiva "cruzada" contra el terrorismo. Mientras Bush cree ignorar la imagen del presidente venezolano, éste acumula poder, prestigio, imagen entre las masas (y algún que otro Gobierno) latinoamericanas.

Lejos de idealizar los logros y objetivos estratégicos del proyecto bolivariano encarnado por Chávez (ver El Eje), creo igualmente que su imagen es ciertamente incómoda para las burguesías latinoamericanas, y cada vez más popular para las masas. La primera afirmación parece contrastar con los jugosos negocios que empresas argentinas y brasileñas hacen en Venezuela a partir de su asociación con los proyectos impulsados por el chavismo. Me parece que una cosa no quita la otra. Venezuela tiene hoy un carácter "potenciador" de su propia burguesía y de algunos sectores de otras burguesías latinoamericanas, sobre todo a partir de la industria de los hidrocarburos. Pero ese proceso se da en el marco de que el Estado venezolano propone una relación entre el Estado y el mercado muy alejada de los parámetros liberales y bastante más osada que la que proponen otros gobiernos de la región denominados progresistas. Ese es un primer punto de riesgo para las burguesías, ya que a pesar de que Chávez no busca "sacar los pies del plato", marca un recorte de las esferas en donde influyen el Estado y el mercado que en caso de marcar tendencia en otros países, no cuadraría en los parámetros empresariales de burguesías acostumbradas a niveles de explotación y rentabilidad históricamente propios de una región periférica del capitalismo.

¿Y por qué el modelo chavista podría marcar tendencia? Si las cosas siguen como en la actualidad, los empresarios no tendrían demasiado para preocuparse. Pero que pasará en el futuro con ese imaginario que la figura de Chávez genera en movimientos sociales y políticos de la región, y más importante aún, en los enormes sectores pasivos de clase trabajadora. El chavismo en Venezuela es un movimiento dinámico y abierto a posibles cambios. Que podría pasar si grupos dentro de ese movimiento se fueran de la órbita de Chávez y tengan un programa a la izquierda del chavismo. Cómo se desarrollará la influencia chavista en Centroamérica, por ejemplo. Estos planteos son ejercicios de imaginación que buscan ilustrar cuestiones abiertas a definirse en el futuro, cuestiones con un potencial muy grande para las actuales experiencias izquierdistas en América. El chavismo y sus propuestas no son "el árbol de la esperanza" para la izquierda, ni mucho menos, pero algunos de sus brotes pueden dar frutos interesantes.


Opiná sobre este tema

Titulo:
Comentario:
Firma:
E-Mail:
Ir a la Portada Siguiente ®