Apuntes sobre socialismo

El tiro por la culata

por Miguel Espinaco

Nos preguntábamos en la anterior entrega, si la única opción es avanzar en medio de la barbarie que es parte del capitalismo o sino detenerse, porque justamente estábamos hablando de las reacciones al capitalismo, de las corrientes de opinión que, ante el desbarajuste social que arma este sistema, se dedican a añorar las formas pre-capitalistas en las cuales no había un verdadero intercambio masivo de bienes ni se había desarrollado la división social del trabajo, por lo cual cada uno producía casi todo lo que consumía.

Esta tensión de la vuelta al pasado se refleja fuertemente durante todo el siglo diecinueve. El orden frente al cambio, lo sagrado frente a lo profano, la autoridad frente a la anarquía, son las antinomias levantadas por esta ideología tradicionalista que reivindica el orden medieval, su unidad y su armonía, oponiéndolo al desorden capitalista que tomaba forma ante sus ojos.

Sin embargo, esta ideología de la vuelta atrás no es historia antigua, sigue cruzando los puntos de vista actuales. Para tomar un ejemplo, la evolución de la biogenética y la decodificación del genoma humano provoca una doble y contradictoria reacción. Cualquiera de nosotros, vos o yo, cuando nos enteramos de estos avances de la ciencia, sentimos por un lado cierta fascinación, cierta admiración. Decimos qué bien, cuantas enfermedades podrán curarse, cuantas preguntas podrán responderse.

Por un lado esa alegría. Y por otro lado pensamos: "la que nos espera", qué irán a hacer con esto los mercaderes que venden y compran todo, porque las leyes del mercado imponen comprar y vender todo y no hay otra. Por un lado, no podemos menos que ponernos contentos por este espectacular avance de la ciencia, pero por otro lado nos asustamos con derecho, porque ya se sabe lo que hicieron con la energía atómica, por ejemplo, o con cualquier otro invento. Es que el resultado del genio creativo del hombre, cuando pasa por la picadora de carne del mercado y la ganancia, parece resultar su opuesto, es como si el tiro nos saliera por la culata. Inventamos mejores máquinas, y en vez de que el resultado sea trabajar menos, terminamos muchos trabajando más que antes y muchos desocupados y marginados. Inventamos nuevas formas de comunicación como la televisión y el resultado es un mayor aislamiento, nuevos medios de información y el resultado es el embrutecimiento y la desinformación, desciframos la clave de la vida y no podemos menos que temer que termine siendo usada para que la vida se negocie a precio de lista y en dos cuotas con tarjeta.

Esa contradicción de lo que sentimos vos y yo cuando leemos lo del desciframiento del genoma humano resume el problema: avance y retroceso al mismo tiempo, las dos caras de la misma moneda capitalista.

Entonces, como resultado de ese legítimo temor, aparecen los programas, los planes, los planteos que pretenden detener la historia. Basta! no inventen más nada! prohiban los experimentos, impidan la clonación, no manipulen más nada, dejen todo como está. Estos son los planteos alternativos al capitalismo que nosotros hemos agrupado un poco esquemáticamente como reacciones al capitalismo. Quienes esto dicen, se parecen a los que en el siglo pasado querían volver al mundo medieval, o a aquel Doctor Price que mencionábamos, que miraba con terror la expropiación masiva a los pequeños agricultores de la Inglaterra de los siglos anteriores. Tratan de parar un tren con las manos y eso, evidentemente, no se puede.

Y aún si se pudiera, si se pudiera frenar el avance para no pagar el riesgoso precio que nos impone el reino del capital y del mercado. ¿Puede ser que la única salida sea detenerse? ¿congelar el genio creativo del hombre? ¿privarse de los nuevos inventos y de las nuevas técnicas para que el tiro no nos vaya a salir por la culata?

Aunque inevitablemente hemos tenido que llevar al extremo esta idea para que nos entre en este esquema de alternativas históricas al capitalismo que hemos hecho, la verdad es que el limite de esta idea de la vuelta atrás nos llevaría a los planteos de aquellos que quieren volver a la vida natural, a un mundo sin industrias, a un mundo detenido un par de siglos atrás. Pero lógicamente, hoy sería impensable que viviéramos 6 o 7 mil millones de personas en el planeta sin utilizar los avances que logró el genio del hombre.

El problema es que estos avances, sometidos a la lógica capitalista, tampoco están garantizando la vida, y se abre un signo de interrogación que es el que nos obliga a pensar alternativas.

En la próxima, vamos a hablar de algunas de las ideas que agrupamos en el segundo rubro de alternativas al capitalismo, de algunas de las ideas de los que pensaron que el capitalismo tenía arreglo si se lo emparchaba un poquito por acá o un poquito por allá.

Será hasta la vista, baby.

Próxima entrega: Controladores controlados


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