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El espectáculo-deporte. Las finales de la NBA Por Enzo Vicentín Hacer esta nota es de (casi) oportunista, ya que dentro de dos semanas todos se olvidarán de Ginóbili y de si en el básquet juegan 5 jugadores por equipo (salvo que el bahiense vuelva al país y hablen de él dos días más y listo). Tal vez yo supongo eso pero bien puede ser que ustedes lectores ya se hayan olvidado completamente de las finales de la NBA entre las "Espuelas" de San Antonio y las "Redes" de New Jersey. Como hincha de San Antonio desde el año '95 y seguidor de la NBA me siento con autoridad para hablar sobre la serie de 6 partidos que jugaron esos dos equipos llenos de negros enormes salvo Manu que era el único blanco además de Jason Kidd, el base de New Jersey.
Kidd, además de ser un base fantástico, resalta por su color de piel adentro de la cancha (y ni hablar de Ginóbili), lo que causó simpatías entre los "contreras" que querían que New Jersey le mojara la oreja a los Spurs.
En donde todos los argentinos coincidieron es en festejar cuando los técnicos pedían minutos (tiempos muertos) porque así podían ver a las porristas moviendo las tetas en una coreografía. Los hombres miraban con atención escuchando de fondo a sus mujeres decir que todas tenían siliconas y estaban "hechas". Hasta el abuelo se avispaba con las chicas de top que, para ser sincero, por momentos… ¡fueron la mejor parte del partido! Porque los dos equipos jugaron mal, fue una serie pobrísima, a puro nervio y defensa agresiva. Se pegaron muchísimo y los árbitros permitieron demasiado roce cerca del aro (pobrecita de la espalda de Tim Duncan que recibió más codos que ninguna en la serie). Si bien a todos nos gustan que los partidos de cualquier deporte sean vistosos y emocionantes, hay que rescatar algunas virtudes cuando el partido no es vistoso pero algunas cosas se hacen bien. Por ejemplo, a Popovich hay que aplaudirlo por dibujar una defensa sobre los aleros de New Jersey que anuló el contraataque y los cortes por detrás de la defensa que los Nets venían haciendo y seguido frente a otros equipos. Lo de Ginóbili no fue meritorio solo por los puntos que convirtió, sino por su molesta y quisquillosa defensa sobre Kidd, Lucious Harris o Kerry Kitlles. Cuando vemos básquet tendemos a seguir la pelota, pero es interesante seguir donde no está la pelota, los movimientos, los roces, las cortinas, y es allí donde Manu estuvo casi perfecto, y además le sumó a eso rapidez mental y de manos para robar pelotas doblando una marca o interceptando un pase del equipo rival. Un Bruce Bowen al que todos (a veces con razón) criticaron es un maestro defendiendo, pero no le pidás que la emboque porque no lo sabe hacer. Y en esto me quiero detener. Porque el básquet es un deporte de roles, de funciones, y la NBA lleva esas categorías hasta la máxima realización. En un equipo de 12 no se necesita que todos sepan tirar al aro, se necesita que algunos la emboquen, otros defiendan, otros peguen y den faltas y otros entren para tirar un triple o dar un pase bien. Siempre se cree que para llegar lejos en el básquet hay que hacer 20 puntos por partido, y no es así. Sino fíjense en Steve Kerr, un veterano que entraba solo para amenazar desde el triple y así que Duncan tuviera más espacio para jugar el 1 contra 1. Para los memoriosos seguidores del Chicago Bulls de Jordan, acuérdense del "gusano" Dennis Rodman, que se pintaba la cabeza de todos colores y manoteaba 15 o 20 rebotes además de defender muy bien, pero en ataque no metía ni una. La NBA es especialización pura, es división del trabajo en un grupo para optimizar el funcionamiento del conjunto, determinación de roles específicos y cumplimiento de la función a rajatabla. Es un ejemplo deportivo de la organización social del sistema capitalista. Y ahí miren como se ve que la inserción de Argentina es claramente tercermundista: Ginobili tenía menos la pelota en su poder que los norteamericanos y que un francés como Tony Parker. Incluso yéndome de las finales, el alemán que juega en Dallas Dirk Nowiztki las tira a todas y es la estrella del equipo, y este año entró el chino Yao Ming a Houston que no es muy bueno pero le daban todas las pelotas para que por TV lo vean los 1.000 millones de chinos embocándola. Es un problema de mercado, de relación de fuerzas y de división internacional del trabajo: Duncan sería la computadora y Ginobili el trigo o la vaca. Basta de delirios-semiverdades. La NBA a eso de la especialización dentro de la cancha le suma algo bien norteamericano: el show por arriba del deporte. Los partidos de la NBA (y ni hablar de las finales) son montajes de shows a cada instante, no solo de cantantes y porristas y mascotas en los tiempos muertos, sino también cánticos de la tribuna digitados, cortinas musicales (cuando los Dallas Mavericks atacaban contra San Antonio sonaban de fondo los Rolling Stones; cuando los Spurs tenían la bola, se escuchaba la clásica musiquita de Psicosis: sencillamente impresionante). A esto le agregamos cámaras por todas partes - hasta en el piso - y tenemos el show perfecto, el universo de la imagen y el sonido. Y los norteamericanos son buenísimos para hacer eso, son la sociedad del espectáculo constante (perdón Guy Debord), y Argentina con Ginóbili está en los intersticios de esa cosa. Falta que Menem lea esta nota para darse cuenta que Ginobili es Argentina en el primer mundo, tiene relaciones afectivas (para nada carnales) con gente de poder en EE.UU. y está fascinado con el país del norte. Carlos…¡citalo al Manu en tus discursos como el ejemplo a seguir! (es un idea es este momento de depresión para vos, Carlos). Una buena para los que venden en puestos ambulantes camisetas de fútbol: ahora los nenes quieren la 20 de San Antonio, y si hay demanda… Sentimiento ambiguo el que sentimos los que sin tener cable le dimos rating a Hadad por dos horas y media. A pesar de que ningún nombre de esta nota que leyeron les suene……. ¡Amigos lectores no me mientan!, se que todavía se acuerdan del ritmo de la canción de Cristina Aguilera con clip incluido, también de la mujer de Jason Kidd en la tribuna y también……. de los pechos de la rubia (tercera de la izquierda a la derecha) porrista de San Antonio. ¡Vieron que más que el deporte lo que queda es el espectáculo! |
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