Los consejos de Seguro

presentados por Adrián Alvarado

De las distintas tribus mocovíes los Mbaases se destacaron por el despliegue imaginativo que volcaban en sus leyendas y por la costumbre reprochable de decorar con excrecencias humanas las vasijas e instrumentos de caza.

Los Mbaases supieron ser nómadas como los mocoretás y los suajiris pero a la final se cansaron por no tener un calzado adecuado para caminar y se instalaron cerca de lo que hoy conocemos como la Costanera Este que bordea la laguna Setúbal, aquí en la ciudad de Santa Fe. Estos parajes supieron llamarse Piedras Blancas, tal el nombre que le pusieran originariamente los Mbaases porque cuando llegaron descubrieron que precisamente aquellas playas estaban llenas de piedras blancas. La imaginación la usaban solo para las leyendas.

El asunto es que aquella indiada se instala y lo primero que hacen es un gran asado y un partido de pelota, competencia tradicional en la que dos equipos se disputaban una pelota de cuero de surubí a golpes de cabeza pero en el piso. Las reglas eran simples, cada equipo debía meter el balón en un agujero que se hacia en el piso y por cada tanto se sumaba una mujer, el primer equipo que alcanzara el numero de mujeres igual al numero de integrantes ganaba la partida y se metían todos juntos en una tienda echa a los efectos para la gran cojienda colectiva que ofrendaban al dios que tenían ellos, después se juntaban a comer iguanas y tigres asados y a beber aguardiente de sábalo. Luego de fumar algo se dedicaban a inventar leyendas como la leyenda de la Tacuarita, pájaro tradicional del litoral argentino.

Resulta que habiendo escasez de agua potable una vez una india muy valiente salió en busca del líquido elemento y no va que en medio del monte se le aparece un demonio que pretende seducirla con espejitos de colores y reproductores de mp tres pero ella, determinada y decidida, lo manda a la mierda.

La india a la final encuentra un manantial de agua dulce pero advierte la muy torpe que no había traído nada para transportarla, el demonio se aviva y le ofrece un odre con capacidad para treinta litros a cambio de sexo oral, para la india lo más importante era su familia sedienta y su tribu, entonces, accede.

Ya de vuelta, con el odre a cuestas y la dignidad con agujeritos se le aparece la abuela muerta y la reta, la india arrepentida llora y sus lagrimas se van transformando en plumas que la terminan cubriendo y así fue como se transformó en el pájaro que hoy conocemos como tacuarita.

La familia de la india ésta y gran parte de la tribu murió de sed.

Libertad a Seguro


Si vivís en este mundo necesitás visa, para comprar y para irte. Si vivís en este mundo necesitás teléfonos luz agua transporte herramientas y ropa. Si vivís en este mundo necesitás trabajo amor y psicólogos televisión cine radio diarios e internet reproductores de música destapadores abrelatas paraguas y medias.

Casi nada de todo esto necesitaban los Mbaases para vivir. El alimento lo juntaban del piso o lo tomaban del río y del monte. Cuando no había ni frutos ni peces ni animales los Mbaases salían a manguear a otras tribus, (manguear en lengua mbaa significa pedir con onda).

Estos indios prácticamente no se vestían, si les daba frío se abrazaban alrededor del fuego, hacían el amor y se dormían, a veces los agarraba un tigre así dormidos y se los morfaba, en venganza los otros integrantes de la tribu cazaban al tigre y se lo comían, a la piel se la cambiaban a otras tribus por aguardiente de sábalo y cucumelo. Entonces hacían una fiesta en honor de los morfados y morfaban a su vez y brindaban por los muertos y después inventaban leyendas como la leyenda del carpincho, otro bicho de los de acá.

Según la leyenda mbaa el carpincho supo ser el cacique de una tribu cercana a la actual ciudad de Rosario que se destacó por la transparencia de su gestión pero que se enamoró de la mujer equivocada.

Resulta que el mencionado cacique de nombre impronunciable estaba felizmente comprometido con la hija del brujo pero no va que aparece la tercera en discordia, (ya sabemos, somos tres, el otro viene después). Esta mujer de cabellos intrincados y curvas pronunciadas sedujo hábilmente al cacique mientras lavaba la ropa en el río una tibia mañana de marzo.

Estaba ésta lavando sus prendas intimas, prendas que previamente se había sacado sabiendo que el cacique la estaba mirando, se agachaba y se levantaba la muy ladina una y otra vez hasta que el cacique no aguantó mas y se le fue al humo y la poseyó como se merecían los dos, entonces no va que justo sale a mear el brujo, que recordemos era el futuro suegro del cacique. Este esperó que se regocije y cuando hubo terminado el acto, que duró como cuarenta minutos le echó una maldición fulminante y lo convirtió en carpincho. Animal que seria luego objeto de la mofa y el escarnio público cuando apareciera en televisión Tincho Carpincho que tenía pantaloncitos y movía las manos así, como pidiendo que le den una biaba.

El cacique convertido en carpincho después pudo vengarse del brujo pero esa es otra leyenda.

Libertad a Seguro


Puedo
si quiero.
Estoy,
tengo dos pies
que se afirman
en el suelo
y al caminar
hacen dar vueltas
este globo
de agua
tierra
y animales.



Un pedazo de pan
un abrelatas
la mesa
un par de sillas
cuatro manos
vino en las dos copas
dos sonrisas
en un silencio
de la charla
y el abrazo.
Su pelo en tu nariz
y la calandria esa
que no ve la hora
de salir batiendo alas.



Cuando
no tengas
azúcar suficiente
para endulzar
ese café amargo.

Delfina Contreras


Nos pasamos la vida combatiendo contra la naturaleza, ganamos miles de batallas, ella siempre nos gana las guerras. Nunca fuimos compañeros de la naturaleza por eso le decimos Madre. Tratamos de usarla y alejarla, la naturaleza nos molesta, a vos te molesta que el pasto esté largo por eso le llenaste la piel con sus propias entrañas y oscureciste un globo verde y azul con luces que pueden verse desde el espacio.

También fuimos al espacio y pisamos la luna porque teniendo esta tierra ya estamos buscando otra, es mentira que la NASA busque otros planetas con vida para verificar que no estamos solos, la NASA busca otros planetas para irse allá porque en este la naturaleza nos está por ganar la ultima guerra.

Nuestra aversión por la naturaleza nos incluye. No nos gusta vernos como somos, estamos muy acostumbrados a ser esas personas que miramos al espejo varias veces por día, y armamos distintos personajes con cada experiencia, todos somos actores de un ensayo interminable. Por eso odiamos a los mimos, así nos vemos, no es un espejo, es otro que nos mira y nos imita, no es un loro o un mono, es un par y eso no se perdona. El teatro es para eso, cuando está bien hecho nos vemos en un espejo que nos halaga, cuando es malo nos damos cuenta enseguida porque ese tipo o esa mina no llegaron a pasar el curso de ingreso de cualquier escuela de teatro que se precie. Aprendé a padecerte y parecerte a vos mismo y después hablamos de teatro, dijo Ricardo Darín o debería haberlo dicho.

Lo que no conmueve no sirve, y cuando más artificial mejor. Dejenmé llorar cuando el negro gordo policía abraza a Bruce Willis al final de la primer Duro de Matar. El brillo de lentejuela y trapo de mentir es el cine como lo fue el teatro después que lo agarraron los italianos.

Cuando nos alejamos de los espejos y nos miramos para adentro la cosa se complica porque ahí está todo oscuro, no se ve nada, o ustedes qué entendieron de la metáfora que guarda la película esa en la que achican una nave y la mandan con unos tipos y una mina (Raquel Welch) adentro de un chabón, entonces volvemos a la NASA y los pilotos y el espacio. Cito a Carlitos Balá y su flequillo inmortal, Te pasaste Petronilo, pegá la vuelta, la Argentina te queda chica, te faltan dos números más.

La desmesura de la naturaleza nos abruma, si no preguntenlé a Quiroga que se quiso fumar la selva y la selva se lo terminó fumando a él.

Libertad a Seguro


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