Breves de sábado (08/09/07)

Socialismo las pelotas

por Miguel Espinaco

Al final no fuimos por más. Parece que los santafesinos hemos decidido quedarnos con los vientos de cambio que prometía el candidato que venía siendo opositor y que a partir de diciembre será oficialismo para que lleguen los buenos tiempos.

Qué lo parió, diría Mendieta.

Así, aunque parezca mentira, así de tonto suena un balance electoral visto desde la repetida cantinela de los slogans de campaña. Y lo peor es que detrás de ellos - detrás de esos slogans digo - no parece haber mucho más. Es que las frases que deberían servir para concentrar las ideas, para hacerlas rápidamente comprensibles, terminaron siendo toda la idea que hay cuando de elecciones se trata.

Fijate que si uno mira de cerca la propuesta de Bielsa descubre que realmente todo lo que proponía era seguir como se estaba - a más de lo mismo se refería - y fijate que si una mira de cerca el ideario del ahora ganador Binner, descubre que más allá de un indefinido cambio no hay nada más.

Está bien, es indiscutible que un cambio por lo menos habrá: en diciembre habrá cambiado el personal político, las figuritas repetidas que circulan por la Casa Gris y sus adyacencias hace casi un cuarto de siglo y que tenían ya bastante harto a gran parte del electorado. Es también indiscutible que para una importante porción de la ciudadanía santafesina, ese cambio - digamos estético - no es poca cosa.

Pero ¿qué más?

Está claro que este vacío de programas no es una particularidad de las elecciones santafesinas. En Capital Federal ganó Macri, un personaje que ahora se presenta como de la nueva derecha sin que se sepa qué corno tiene de nueva y acá ganó un socialista, pero es difícil diferenciar los contenidos de ambos triunfos que parecen entrar en la misma consigna: el cambio, lo diferente, lo nuevo. ¿Pero el cambio hacia adónde, lo nuevo que en qué se diferencia de lo viejo?

Ni siquiera los nombres de los partidos, que antes reflejaban por sí solos historias y proyectaban supuestos, sirven ahora para hacerse una idea de nada. Ni hablar del partido radical que ya hace décadas no propone ningún cambio radical.

Pero tampoco queda recuerdo alguno de la justicia a la que alude el justicialismo y quizás por eso ahora se llama frente para la victoria que refleja más su razón de ser: la de ser apenas un frente de conveniencia entre funcionarios políticos, hecho para ganar elecciones.

Y digo esto de los nombres porque me sorprendía ver los titulares y los comentarios - especialmente los de los diarios de Buenos Aires - que decían ganó el socialismo en Santa Fe. Por eso de las asociaciones de ideas, me acordé de Adelina de Viola diciendo socialismo las pelotas y me acordé de Binner, que en su saludo triunfal en el Patio de la Madera de Rosario se abrazaba a la Alarcón - la representante de los ganaderos - y nombraba a todos sus aliados pero se olvidaba - casualmente - del Partido Comunista, no vaya a ser cosa.

Claro que todo tiene su historia. Hubo una época en que los partidos socialistas - surgidos de la socialdemocracia - eran reformistas. Eso quería decir que se proponían reformar al capitalismo, hacerlo mejor, con mejores sueldos y mejor nivel de vida y mejor reparto de la torta y así, reforma tras reforma, llegarían alguna vez al socialismo al que referían sus nombres.

Pero ahora ya no, ahora ni eso. Ahora quedaron nada más que los vientos de cambio.

Habrá que ver para qué alcanzan.


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