Breves de sábado (06/10/07)

Cambio de régimen

por Miguel Espinaco

Apenas pasaron 34 días de las elecciones en Santa Fe y ya la agenda política cambió abruptamente, ya aparecen los carteles de Cristina con Obeid y también con Rossi, anunciándonos que el cambio recién comienza y también recién comienzan a salir los spots de los candidatos en radios y en canales de televisión y comienzan también las especulaciones sobre si va a haber o no ballotage, todo eso.

El foco de la noticia está en otra parte, es verdad, pero los ruidos del cambio de mando en Santa Fe van a seguir sintiéndose igual, intermitentes, hasta el mes de diciembre y seguramente sobrevivirán al traspaso formal del sitial de honor en el sillón de López.

Ayer contaban los diarios que la Comisión de Transición estaba estancada, que las designaciones del camarista Agustín Bassó y del abogado Daniel Erbetta en la Corte Suprema de Justicia habían generado "una situación de conflicto" entre el gobernador electo y el gobernador saliente que aún no fue superada. Decían también que los nombramientos que el gobierno de Obeid viene realizando en la estructura funcional del estado santafesino son otras gotas que vienen rebasando el vaso.

El diputado Raul Lamberto se convirtió en vocero del gobierno entrante y anticipó que a Bassó lo van a echar rapidito, ya que no tiene la inamovilidad que les da el artículo 88 de la Constitución de Santa Fe a los magistrados de menos de 65 años de edad.

Lamberto también se dedicó a abrir el paraguas: dijo que ninguno de los cargos vacantes en el Enress, en el Tribunal de Cuentas y en la Defensoría del Pueblo, genera "inconvenientes institucionales". No vaya a ser cosa que a Obeid se le vaya a ocurrir nombrar a más amigos.

Sin embargo, te decía, más allá de los tiras y los aflojes, es de esperar que los ruidos sigan in crescendo y que sigan más allá de diciembre.

Es que en Santa Fe, el problema no se reduce a las decisiones que tome o no tome en estos días el gobierno, ni siquiera al reparto de cargos que intenta hacer contra reloj: se trata de una acumulación de años, de un largo proceso de cuarto de siglo que termina. No puede hablarse entonces de un simple cambio de gobierno, de un simple recambio del personal ejecutivo: el asunto tiene las dimensiones de un cambio de régimen.

La observación puede parecer exagerada: en Santa Fe hubo continuidad institucional, dirás vos, y cada cuatro años se cambió el gobierno y la democracia del capital funcionó aceitada como en otras partes: sale uno, entra otro y nada cambia demasiado, ya lo sé. Pero después de veinticuatro años con la misma banda tocando la misma música y especialmente después de estos últimos dieciséis años con el tándem Reutemann Obeid haciéndose la posta, el estado fue convertido en el estado del clan justicialista, sus pasillos están sembrados de parientes, de compinches, de compadres, de socios y de amigotes.

Habrá que recordar que toda la telaraña burocrática del estado santafesino ha sido construida en estos años como una gran corte de condes, barones, marqueses y alcahuetes varios, todos primos de, cuñados de, amigos de festicholas de. Y a esa telaraña habrá que sumarle todavía, a los muchos funcionarios salientes que se han asegurado puestos de primera línea en las estructuras del estado, sin ir más lejos el intendente Balbarrey que tiene un puesto esperándolo, un raviol mejor dicho, un raviol de director general, como se dice en la jerga del estado.

Y a estas cuestiones habrá que sumarle todavía otras complicaciones. El partido radical ha sido la otra pata del régimen durante estos años. Los acuerdos de no hacer olas en la legislatura se compensaban con las consultorías que el estado provincial pagaba a la universidad radical y tanta promiscuidad terminaba a veces en matrimonios de ocasión, como en el caso de Usandizaga que recaló como funcionario de Reutemann. Pero ni siquiera esta amistad de años servirá para atenuar los ruidos del recambio de régimen: gran parte de los amigos radicales del gobierno saliente quedaron enroscados en el fracasado experimento paraobeidista que llevó a Alicia Tate de candidata, así que ahí están, se quedaron mirando de afuera, la ñata contra el vidrio.

Y claro: detrás de esta telaraña gubernamental construida por años, amarrada al poder empresario con hilos de complicidad y rodeada de voceros del régimen con carnet de periodistas, detrás de esos hombres que eran EL gobierno, están los negocios, esos que son casi lícitos y también los otros, los non sanctos que funcionan amparados por el estado que también forman, obviamente, policías y punteros, esos negocios que hacen sospechar que la violencia que ha venido viviendo Santa Fe y que ha hecho que los diarios lleven una lúgubre contabilidad de asesinados, debe tener también algo que ver con el ruido del cambio de gobierno. O del cambio de régimen, mejor dicho.

En el medio de la lucha, está claro que muchos serán tentados a embanderarse, a tomar partido en la pelea por desmontar el estado del pe jota y por construir un estado con más apariencias institucionales, con más cara de normalidad.

El objetivo puede parecer loable, pero conviene no perder de vista que en Santa Fe no alcanza - como no alcanza tampoco en el país - con maquillar la democracia capitalista. Y conviene no perder de vista que los vientos de cambio de Binner no aspiran mucho más que a eso, no aspiran a mucho más que a llevar a feliz término ese maquillaje.


Opiná sobre este tema

Titulo:
Comentario: (no más de 500 palabras please)
Firma:
E-Mail:
¬ Anterior Ir a la Portada Siguiente ®