¬ Página Anterior | Ir a la Portada | Página Siguiente ® |
Todos somos prostitutas Por Miguel Espinaco La fecha 4 de setiembre de 2003; el lugar, el Senado de la Provincia de Entre Ríos; el hecho, se derogaba el inciso 4 de la ley provincial 3815 que permitía que la policía detuviera en la calle a las mujeres que ofrecen sexo. Antes de ser vetada por el Gobernador Montiel - que ahora planea estatizar el negocio que antes hacía informalmente la policía provincial - la ley desató controversias apasionadas. Fue considerada desde un "logro" por Susana Salgaro, secretaria gremial de la CTA, hasta un bastardeo "del acto generador de vida" que inculca "el vicio en la sociedad", por la Iglesia Católica entrerriana. En medio del ruido mediático y de esa disonancia eterna que provoca la doble moral de la sociedad capitalista,
La estatización de la cometa El gobierno entrerriano derogó la derogación del inciso 4, pero después de tamaña trascendencia nacional que tomó el tema, no puede volver así como así a la situación anterior. Para solucionar este inconveniente, reflotaron un viejo proyecto de 2001 y lo largaron al debate presentándolo como una ley más "progresista". Dicho mamotreto re-novedoso, califica como faltas contra la "decencia pública" la prostitución y el travestismo, y los sanciona con 10 y 20 días de arresto, respectivamente. Sin embargo (la magia del dinero) los culpables de tal atentado contra la moral, serán liberados sin más ni más de esa pena, si pagan 200 pesos cada vez que son arrestados. Como dice cuidadosamente el diario El Argentino de Gualeguaychú, "es lo más parecido a un cannon para ejercer la prostitución". Por nuestra parte, estamos en condiciones de afirmar que Montiel ha decidido estatizar la coima que antes cobraba la policía. El corralito del debate El tema en sí no merecería demasiada discusión. La policía entrerriana, al igual que todas las otras policías, aprovecha la legislación que le permite detener a quien hace "oferta pública de sexo" para construir una caja chica a expensas del trabajo de las prostitutas. La ley es derogada pero la derogación dura lo que un suspiro, porque el gobierno de Montiel veta la derogación y entonces vuelta atrás.
La ley apuntaba en los hechos a que la policía dejara de cobrar esas coimas por hacer la vista gorda, un negocio que permitía engrosar - a estos señores a los que habría que llamar guardianes del desorden - el dinero negro policial, y conseguir de paso servicios sexuales gratuitos. Los medios de difusión no tardaron en montar el andamiaje para el escandalete. "Legalizaron la prostitución en Entre Ríos", gritaron desde sus titulares. La iglesia, ese eficiente aguantadero de abusadores de niños, no dudó en poner el grito en el cielo. A pesar de que el Ministro de Gobierno entrerriano Fermín Garay mintió que "no hubo un pedido en particular sino que fue el pedido de toda la opinión pública" a la que llamó "mayoría silenciosa", lo cierto es que enseguida de votada la norma el presbítero Héctor Rodríguez, a cargo de la Vicaría de la Familia y la Vida del Arzobispado de Paraná, había llamado a desobedecerla. La Universidad Católica Argentina había hecho un pedido para que se mantuviera el statu quo en materia de legislación sobre prostitución, o sea que se mantuviera la autorización a la policía para seguir engrosando ilegalmente sus arcas. La comunidad evangélica reclamó abiertamente el veto de la norma sancionada por la Legislatura entrerriana, y los obispos de Entre Ríos, por su parte, exhortaron a las autoridades "a poner freno a esta legislación que consideramos antinatural y que llevará a un permisivismo fatal, favoreciendo la degradación de la moral pública". Justo ellos, que inventaron una moral pública antinatural que, entre otras cosas, nos pone cerrojos en el sexo. La cosa es que el veto del Gobernador Montiel vuelve las cosas a fojas cero, o sea al medioevo que pretende la iglesia para demostrar una vez más aquel aserto de Joan Manuel Serrat: "La abuelita de Kundera y la mía, las dos sabían, que el cura era confidente de la policía." Esto hoy pasa en Entre Ríos, pero como bien hace notar Serrat, se trata de un problema del mundo, de este mundo que nos toca vivir. El supermercado de la opinión No hay razón para quedar atrapados en el corralito del debate que nos proponen. Es sabido que en esta sociedad que gira alrededor del negocio y del lucro, no sólo te hacen enamorar de una marca de pantalones o de un tipo de auto o de cualquier aparatito multiuso que conseguís si llamás ya, no sólo te hacen enamorar de cierto estilo de chico o de chica cuyos moldes fueron diseñados cuidadosamente por Hollywood o por Pancho Dotto, sino que también te obligan a tomar posición en trincheras previamente definidas, te imponen el temario. La verdad es que, aunque cierto comercial de televisión se empeñe en convencerte - paradójicamente - de que hagás la tuya, los estilos de vida, las formas de pensar y de hablar, las convicciones y las creencias, el odio y el amor, se compran y se venden también en un gran supermercado en el que los repositores vendrían a tener la cara de Cesar Mascetti y de Mónica, o de Susana y Mirta, y en la caja encontrarías sin duda a un señor con sotana que pone de un lado lo que podés llevar sin culpa y del otro lo que también podés llevarte, pero a escondidas. Un señor que mientras presta atención a la registradora, te hace la señal de la cruz con la mano libre. Las palabras que te venden en ese gran supermercado vienen cargadas de valoraciones, de ideas sobre la vida que te hacen comprar sin que te des cuenta. La palabra "puta" es una de ellas.
Sirve de poco en estos casos, contar que el verbo latino puto putas putare putavi putatum - que puede traducirse por pensar, reflexionar, tener opinión propia - deriva del sustantivo griego budza que quería decir tener sapiencia, y que tomó una doble acepción porque ocurría que las mujeres milesias - sabias e integradas al conocimiento que en Atenas era monopolio masculino - seducían a los atenienses. Sirve de poco contar que la palabra viajó al latín donde vivió en la superficie su primer sentido, mientras que el segundo debe haber andado latente en los suburbios del idioma, hasta recalar en el español con su actual carga de desdén e insulto. Sirve de poco también, en estos casos, insistir con que las profesiones más viejas de la historia son la caza y la pesca aunque eso lo sepa cualquier tonto. La palabra puta ya tiene su carga y eso vale, eso pesa en la ideología dominante, vergonzante aceptación y, simultáneamente, cínica condena. Es una pena que tengamos que estar discutiendo esto, que nos impongan discutir esto. Las prostitutas, las putas, para decirlo en buen español, tienen que vender su cuerpo y es lamentable, pero eso no entra en la discusión, porque la doble moral separa y acepta de soslayo al mismo tiempo que separa. "Así es la vida", dicen con un suspiro y se van a seguir con sus hostias. Y es una pena, porque sólo son trabajadoras que hacen lo que cualquier trabajador, vender lo que otros compran para sobrevivir, y para colmo de males - igual que el resto - tienen que exigir que las dejen trabajar, como si ese trabajo forzado que imponen las terrenales leyes de la economía capitalista, no fuera ya suficiente castigo. Vendría bien preguntarse (aunque sea por un instante, en una tregua robada a las trincheras predefinidas que nos proponen) por qué los trabajadores y trabajadoras tenemos que vender el cuerpo para el sexo pago, o por qué tenemos que vender el conocimiento a ese Estado que junta porotos para que los mismos de siempre sigan consiguiendo reelecciones, o por qué el intelecto a algún patrón privado para que se llene los bolsillos con nuestras creaciones, o por qué los sueños al sacrosanto mercado que se deglute los emprendimientos, o por qué la fuerza de los brazos a los que viven del sudor ajeno. Vendría bien preguntarse (aunque sea en un paréntesis entre puteada y puteada a Montiel y a la trucha moral que lo parió) por qué los trabajadores tenemos que venderles la vida a los dueños de la vida que - ya se sabe - en la sociedad del dinero se compra en efectivo o con tarjeta. |
¬ Página Anterior | Ir a la Portada | Página Siguiente ® |