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Estudio inconcluso sobre la generación G, en dos movimientos

Por Adrián Alvarado

     Hagamos de cuenta que el tipo tiene treintaysiete años y es amigo de otro que cuenta con cincuentaysiete. Póngale que los dos tienen inquietudes sociales, por llamarlas de algún modo, y que alguna vez enarbolaron las banderas de la militancia política en algún partido de izquierda. El de 37 (que a partir de ahora va a ser reconocido por el número a secas igual que el otro) tenía 17 años cuando Alfonsín se agarraba las manos allá por el '83. El tipo de 37 a los 17 años era Radical porque ser Peronista era un quemo y la izquierda era poco conocida en sujetos de esa franja etaria y para colmo los Bolches se habían acollarado con el Justicialismo.

     El tipo de 57 en el '83 tenía 27 años. En 1976 tenía 20, estudiaba letras y militaba, digamos que militaba, en la Juventud Peronista, y ya que estamos haciendo de cuenta, hagamos de cuenta que ese tipo que hoy nadie le dá 57 pero los tiene, nunca fue perseguido, nunca fue torturado, nunca fue preso, digamos que fue ignorado, pero sus compañeros no, menos aun los que coqueteaban con los erpios o los montos. Ahí los tenemos a los dos. El de 37 hizo la secundaria durante el proceso de reorganización nacional y estaba terminando cuando lo agarró la apertura democrática, incluyendo el Nunca más y el juicio a las juntas.

     El tipo que tiene 37 hoy, en esa época se desayunó con un montón de cosas que el de 57 a su misma edad ya tenía manyadas. Entonces el de 37 a los 18 y en el '84 se hizo comunista, hablaba del Che como si hubiera sido su tío, se agarraba a trompadas con los que decían "algo habrán hecho" refiriéndose a los 30.000 desaparecidos y cantaba Playa Girón desafinando aun más que su autor, pero con una emoción del carajo.

     Los dos amigos estos, que brotan de mi sospechosa imaginación, para más datos, son provincianos, santafesinos, los dos, el de 37 y el de 57 leyeron a Kafka, y reconocen una situación Kafkiana cuando la ven, los dos recuerdan con tristeza los cines que ya no están, donde veían películas de autor en funciones desiertas, los dos escriben y no son escritores, los dos hicieron teatro y no son actores, los dos pintaron sin ser pintores, y a los dos la vida les dio hijos y divorcios, y los dos, el de 37 y el de 57 están hoy debatiéndose entre el escepticismo y la acción. Debatiéndose andan, pobres. Pero no se apure a tenerles lástima, primero porque son imaginarios y segundo porque tan mal no les va, ni les fue.

     Estos dos tipos, el de 37 y el de 57, me sirven para adentrarnos en el mundo de los pibes que hoy tienen entre 25 y 30 años, esos que hicieron el colegio con centro de estudiante, podían usar el pelo largo, y cuando les empezó a crecer la barba se la dejaron. Vieron todas las películas que tenían que ver, leyeron lo que debían leer, y hablan mucho de proyectos que rara vez llevan a cabo. Estos pibes no se casan con nadie, critican por igual a troskos y a nazis y se refieren con frecuencia a la muerte.

     Estos pibes que hoy tienen entre 25 y 30 años son góticos, escépticos de todo menos de la decadencia, estos pibes mitifican la muerte y el tedio. La mayoría suelen estar "para atrás" y ni siquiera se les cruza por la cabeza tener hijos.

     Escribiendo esto caigo en la cuenta que estoy refiriéndome a una tribu que observo desde afuera con ojos de escéptico incurable, solo me falta decir que con jóvenes así no hay futuro posible, para colmo estos pibes tienen tíos y padres como los tipos que describí al principio. El escriba ha caído en su propia trampa. Ser escéptico y no querer serlo es algo que no se le desea a nadie.

     Escribiendo esto caigo en la cuenta que estoy refiriéndome a una tribu que observo desde afuera con ojos de escéptico incurable, solo me falta decir que con jóvenes así no hay futuro posible, para colmo estos pibes tienen tíos y padres como los tipos que describí al principio. El escriba ha caído en su propia trampa. Ser escéptico y no querer serlo es algo que no se le desea a nadie.

     Me retiro avergonzado.

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