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Fabricas Recuperadas Por Daniel Acosta Después de la muerte de Maxi Kostecki y Darío Santillán, los emprendimientos productivos de los trabajadores desocupados con sus hornos de ladrillos, panaderías, construcción de dispensarios, huertas comunitarias y sus Planes Trabajar puestos al servicio de dichos emprendimientos, potenciaron el desarrollo de las más de 140 fábricas tomadas, Las empresas que volvieron a producir bajo el gerenciamiento obrero superan las 150, lo que las convierte en fuentes de empleo para más de 12 mil familias en todo el país y generan un ingreso promedio de 1.100 pesos a sus trabajadores. (ver recuadro: "Dos años de ocupación de cerámica Zanón") Éste proceso creó nuevas relaciones sociales y de propiedad sorprendiendo al resto de la sociedad que hasta ese momento conocía a los desocupados-piqueteros sólo por cortar rutas. Este fenómeno golpea en la cabeza de miles de luchadores populares y tiene sus efectos: se comienza lentamente a recuperar identidades colectivas que permiten enfrentar la fragmentación social que propone el poder, poder ostentado eternamente por los sectores capitalistas y sus testaferros-titeres-representantes políticos que han sido los principales responsables de esta situación y que siguen intentando imponernos sus ejes de discusión y convencernos de sus recetas salvadoras, llamándonos a resignarnos y a integrarnos al primer mundo como única salida. Pero con la aparición de éstas nuevas formas organizativas que generan el apoyo de sectores crecientes de la población, se escuchan otras voces y discursos diferentes a los hasta ahora escuchados, pero hace falta mucho más. Será decisiva la confluencia de estas experiencias con los trabajadores ocupados y también con la participación de sectores medios de la sociedad como los estudiantes universitarios, asambleas vecinales, organizaciones culturales y sectores profesionales. Veamos algo de Empresas/Fábricas/ Recuperadas/Tomadas Específicamente el tema de aquellas empresas que "abandonadas" por las patronales, o en proceso de vaciamiento, quiebre o cierre, son ocupadas por sus trabajadores y puestas a producir por los mismos, integran el amplio abanico de experiencias, también muy interesantes y valiosas. Pero también los emprendimientos dedicados al autoconsumo o la venta para garantizar la subsistencia, generados por los propios trabajadores (en su mayoría desocupados), y no empresas "tomadas" a la patronal. El surgimiento de experiencias autogestionarias no es el resultado de un supuesto "fin del trabajo", ni la consecuencia de una insuficiente acumulación capitalista o algo exclusivo del capitalismo neoliberal, sino que responde a otras causas. Es importante tener en cuenta al menos tres elementos: en primer lugar, como marco global, la tendencia a la expulsión de mano de obra propia de la acumulación capitalista, en segundo lugar la evolución de la situación económica del país, el fuerte peso de la desocupación abierta y encubierta, la sensación que ante la pérdida del trabajo "se abre el vacío", y la ausencia absoluta de alternativas laborales, llevan a cualquier trabajador a defender su puesto de trabajo como sea. Pero el tercer elemento, y de carácter decisivo, es el grado de resistencia, movilización y lucha popular, que tuvo un pico el 19 y 20 de diciembre - y significó un salto cualitativo en la misma - pero que en realidad comienza mucho antes y demostró numerosos puntos de combatividad (las luchas de Tartagal, Cutral-Co y Mosconi, los piquetes a lo largo del país, los paros generales, la lucha de estatales y docentes). Creo que es todo este proceso el que permite pegar el salto de la resignación y el "irse a la casa" o ceder conquistas, a tomar la actitud de ocupar las plantas y asumir en sus propias manos el garantizar el empleo. Es la confluencia de la tendencia expulsiva del capital y la consolidación y aumento de la desocupación, con la confianza en las propias fuerzas de los trabajadores a partir del incremento de las luchas, lo que da lugar a la extensión de las ocupaciones y autogestión de empresas. Uno de los análisis que empieza a darse a partir del aumento de empresas recuperadas, es que se estaría generando un nuevo sector en la producción, con una orientación de "economía social", que podría ocupar sectores crecientes del mercado y de esta formar competir con las grandes empresas. Es más, hay quienes sostienen que podría de algún modo "desplazar" al capitalismo y ser la base del surgimiento de nuevas relaciones sociales de producción, argumento un tanto descabellado a mi entender, teniendo en cuenta al carácter defensivo de éste nuevo fenómeno. Carácter defensivo de estos procesos Es necesario remarcar que no responde a un proceso de ofensiva de los trabajadores que toman plantas de grandes empresas o firmas en proceso de crecimiento, en pleno proceso de producción, y pasan a dirigir la planta, sino que se da en un marco defensivo y la repuestas la dan algunos de los trabajadores cuando dicen, "nos vimos obligados a tomar la empresa". A pesar de todo, esta actividad defensiva toma cierto carácter ofensivo al verse en la necesidad de confrontar permanentemente en distintos niveles en búsqueda de su identidad, con el Estado por una legislación adecuada (nueva Ley de Quiebras-Propiedad Privada) y políticas activas para la promoción del nuevo fenómeno (subsidios), con la sociedad por la solidaridad y el acompañamiento ante los peligros de represión policial, judicial o patronal; y con los propios trabajadores, para que se asuma un papel como sujetos productivos con autonomía del capitalista en la toma de decisiones. Pro y contra del nuevo fenómeno Una contra a tener en cuenta en el análisis es que el hecho de producir bajo una economía no planificada en base a las necesidades sociales, sigue generando la continuidad de la competencia entre la clase obrera y, dada la necesidad de supervivencia de las empresas, existe el riesgo de verse envueltos por la lógica del mercado y de la competencia y pueden actuar "en consecuencia" generando condiciones de autoexplotación como es el trabajar por un salario bajo, produciendo bajo condiciones de trabajo insalubres, altos ritmos
A favor de las empresas autogestionarias, corren con ventaja de no pagar todo el trabajo improductivo de gerentes, representantes, etc. Pero donde se abre una de las posibilidades más ricas de éstas experiencias autogestionarias de producción, es en el desafío de organizar el proceso de trabajo desarrollando métodos de trabajo en los que se considere y reconozca el saber obrero, se tienda a recalificar los puestos de trabajo y revertir las estrategias empresarias que fomentan formas de explotación a otros trabajadores como son la tercerización, subcontratación, se desarrollen políticas que tiendan a la eliminación de los accidentes de trabajo y tengan en cuenta la salud de los trabajadores. Otra en contra es que los primeros actos definen una tendencia al igualitarismo en la distribución del ingreso que en la complejidad del desarrollo posterior puede reproducir una diferenciación no adecuada de los ingresos de los operarios y los administradores y más aún de los principales decididores. La tendencia a la burocratización es un problema serio a abordar y a combatir ya que a mi entender el estado se va a dar una política de captación de éstos nuevos delegados-más combativos-con mayor facilidad de palabras-devenidos en nuevos administradores; para ello cito un ejemplo de las reuniones de Quindimil, intendente de Lanús y los piqueteros del MTD de Aníbal Verón donde el primero les planteaba que vengan siempre los mismos para una mayor ejecutividad (ellos rotaban democráticamente a los que iban a las reuniones). Otro elemento importante a favor es el hecho de demostrar que los trabajadores pueden llevar adelante la producción por sí mismos y no depender de la patronal, diluyéndose el mito de la función social de los empresarios y gerentes en cuanto a su capacidad para "organizar" la producción. Antes eran "simples" trabajadores, y su preocupación central era realizar su trabajo y garantizar la existencia propia y la de su familia. De pronto se han encontrado encarando un conflicto, tomando para sí los medios de producción, comenzando a conocer todo el proceso de producción, averiguando costos de materias primas, analizando si conviene modificar el producto o no, dónde colocarlo y a qué precio, relacionándose y planificando su producción con otras fábricas con actividades similares.
Bajo que figura legal debe constituirse? Resulta preocupante, necesario pero insuficiente, y me parece que desvía el eje de discusión la pelea que se está generando sobre la forma que deben asumir las empresas recuperadas; es decir si se conforman como cooperativas o en empresas estatales bajo control obrero. En realidad, visto el problema desde afuera, y por eso planteo lo del desvío, puede resultar un tema menor, ya que lo que importa es la autonomía obrera en la forma de explotación de la empresa. Quiénes privilegian la estatización con control obrero rechazan la cooperativa por ser una forma empresaria más en el marco de las relaciones capitalistas de producción. Del otro lado se rechaza la forma estatal por el carácter de clase del Estado capitalista. Con ello, ambos argumentos se neutralizan. Carlos Marx en su crítica a los cooperativistas señalaba dos asuntos centrales de carácter contradictorio. Por un lado, sostenía que las cooperativas alejan a los trabajadores de la lucha de clases al hacerles creer que la emancipación es posible desde la perspectiva de una empresa o de un conjunto de ellas, sin comprender que en el capitalismo, la lógica del capital subsume al conjunto de las formas empresarias existentes. Por el otro, rescataba el ejemplo contundente en la práctica de las cooperativas, de lo innecesario que resulta el capitalista en tanto organizador del proceso de trabajo y valorización. Este es el principal mérito logrado por el movimiento de empresas recuperadas, sea cuál sea la reivindicación sustentada, tanto en quiénes demandan la estatización, como en aquellos que asumen la perspectiva cooperativa. En uno y otro caso, debe considerarse el aporte a la ruptura cultural que asigna al capitalista el papel de organizador de la producción y distribución de bienes y servicios, sea este un capitalista privado o estatal. La importancia de los símbolos Los trabajadores han puesto en evidencia que ellos son los generadores de la riqueza socialmente creada y que por lo tanto no necesitan de un tercero, el capitalista, para orientar el proceso de la producción. Ese es un elemento esencial para pensar en términos alternativos la organización económica de la sociedad, especialmente en un tiempo histórico donde se instaló la naturalización del capitalismo. Insisto sobre todo en la importancia de la producción de signos y símbolos (y para muestra de ello tenemos el Gobierno del Sr. K) ya que la constitución del imaginario popular favorable a un horizonte anticapitalista puede transformarse en una base sólida para pensar una sociedad alternativa, incluso socialista. No existe la perspectiva socialista sin la presencia en nuestras cabezas (es decir las de la mayoría de los trabajadores) de la posibilidad de lograrla, y para ello se necesita la construcción previa de experiencias de poder popular, es decir ejemplos de carne y hueso, y la conciencia de que ello es lo que se construye. Si los trabajadores son subordinados por la lógica empresaria capitalista su destino se define en un mercado monopolizado por el capital transnacional. Lo alternativo pasa por construir una nueva experiencia de ejercicio del poder popular y que haga visible la potencialidad de nuevas relaciones sociales. Ese camino no tiene asegurado el futuro, pero marca el desafío para enfrentar el problema del desempleo, la pobreza, la marginación y la explotación. Puede aportar en el camino de la liberación y emancipación de los trabajadores en este comienzo de siglo donde parece recrearse la expectativa de otro mundo posible.
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