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El piquete en la picota

Por Enzo Vicentín

     Las leyes de injusticia legal basadas en las leyes de injusticia social que se aplican en nuestro país y en el mundo son mecanismos efectivos: el pobre va preso por cortar una calle y el banquero no va preso por robarle millones a miles de personas. Hace un par de semanas el gobierno nacional procesó a un grupo de piqueteros por bloquear la entrada del ministerio de trabajo y llegó a amenazar con la creación de una brigada anti-piquetes. Una semana después, una multitud piquetera marchó por las calles de Buenos Aires en contra de la criminalización de la protesta social.

     En la sucia política que sigue vigente, es una estrategia recurrente generar bases políticas en las que apoyarse para después ajustar y reprimir sin temor a desacuerdos o críticas. Lo que hicieron todos los gobiernos,
casi siempre dentro de las filas de su propio partido, ahora se llama transversalidad, porque se busca medio por adentro y medio por afuera del Partido Justicialista, partido político especialista en sintetizarse detrás del líder de turno a costa de sacrificios y hambre de poder. Pero querer aplicar ese mismo principio de transversalidad al plano de los movimientos sociales es inaceptable. No se puede homogeneizar algo que es profundamente heterogéneo. Las luchas populares no se sintetizan, porque hay diferencias, en la gente que lucha, en los motivos porque se lucha, en los métodos que se usan para luchar. Y porque por suerte algunos movimientos sociales están lejos de parecerse al Partido Justicialista.

     Entonces ante esto la salida del gobierno es nuevamente recurrente. Consiste en condenar a los que no quieren entrar en el juego que propone. Condenar la disidencia, no admitirla, censurarla. Y ahí entra en juego el aparato de formación de opiniones al que le dicen medios de comunicación. Caracterización de los piqueteros entre duros y blandos. Caracterización porque la gente no entiende y hay que simplificar las cosas, vio? El duro es el necio que todavía sigue peleando, el blando es el que entró en el reparto y no molesta más. El duro es radicalizado y el blando, dialoguista. Pero también se podría decir que el duro es el que sigue luchando porque ve que la economía crece pero acá no se ve ni un peso de ese crecimiento; porque a pesar de tantos cambios ve que nada cambió: la pobreza sigue y el trabajo no aparece. Mientras que el blando pasó de la protesta al silencio porque le dieron todos los planes de 150 $ que quería y con eso se acaba la pelea. En ese caso, el movimiento social se fabrica con fecha de vencimiento.

     Las toscas generalizaciones que forman los medios ocultan más de lo que muestran. El movimiento piquetero obviamente no
es un bloque homogéneo. Y ni siquiera se divide en dos grandes grupos homogéneos. Uno incluso toma las categorías formadas para subvertirlas, pero en definitiva las toma, y a veces cae en lo mismo que critica. Decía que dentro de los piqueteros hay diferencias marcadas. Diferencias que llegan al punto de que las siglas de nuevas agrupaciones se reproducen día a día. Diferencias que ocuparían muchísismas líneas en ser expuestas. Por nombrar solo algunas que develan largos continuos entre polos de caracterización, a los piqueteros se los ve: desde ser el nuevo sujeto de la revolución hasta grupos que reproducen el más grosero clientelismo peronista; desde luchadores que buscan un cambio social hasta negros que quieren comer sin laburar; desde cortadores de rutas y calles adorados en el extranjero hasta cortadores de rutas y calles insultados por los automovilistas locales. Tal vez se tenga que dejar de hablar de los piqueteros como un conjunto. O tal vez la única característica que se les puede atribuir es que es un movimiento social sumamente controversial.

     Es difícil cerrar estas líneas sin cerrar una posición. El movimiento piquetero es un carro lanzado con destino incierto. Miserias y esperanzas conviven en él. No se puede defenderlos como un conjunto. Yo por lo menos no lo hago. Veo con esperanza a aquellos que desafían las leyes de propiedad privada ocupando terrenos, que pelean por un cambio de este sistema injusto, que pueden tomar dinero del Estado sin contaminarse de él. Pero a su vez no coincido con algunos de ellos. Entonces como final a este análisis fragmentario y fragmentador, permítanme cerrar estas líneas sin cerrarlas. Permítanme cerrar este artículo con puntos suspensivos, con signos de pregunta y con algún que otro signo de admiración.

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