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La misma ley, con distinto olor Por Paula Ramírez En pleno desarrollo de una falaz estrategia "nacional y popular", la cual, desde ya, esta alcanzando su techo, el gobierno de Kirchner impulsa la derogación de la actual ley de flexibilización laboral (la llamada ley Banelco), ley votada gracias a sobornos y cuantiosas coimas, para impulsar otro proyecto de ley que cambia: NADA. O mejor dicho, algo cambia, ya que empeora una poco más las ya super flexibilizadas condiciones laborales de los trabajadores. Este proyecto de nuestro presidente, "hijo de las madres de plaza de mayo"(¡¡!!), constituye una más entre las tantas trampas tendidas por la clase dominante para descargar las ya incontrolables crisis capitalistas sobre los trabajadores en particular y el pueblo en general. Pero para no escribir de más, lo invito, querido lector, a ver un poco más detenidamente a este "nuevo " engendro, un monstruo más en la tiendita del horror para cualquiera que haya soñado alguna vez con trabajo digno. Empecemos: resulta que la "nueva" ley mantiene el período de prueba de tres meses, esa trampita creada en 1995 por Caro Figueroa y Cavallo; mantiene, además, los contratos de aprendizaje y pasantías (es maravilloso ver cómo se la ingenian para conseguir mano de obra barata y sin aportes). Deja en pie la reducción de las contribuciones patronales que había impuesto el menemismo para los nuevos empleos en empresas de hasta 80 trabajadores, provocando el desfinanciamiento de las jubilaciones, asignaciones familiares, y seguros de desempleo. Mantiene también el "procedimiento preventivo de crisis", que no es ni más ni menos que vía libre a las patronales para desconocer convenios y derechos laborales de los trabajadores, PERO, además autoriza a las patronales y los sindicatos a firmar un "convenio de crisis", crisis de los patrones que son pagadas por los obreros ya que, con dicho convenio, pueden bajar salarios, autorizar suspensiones, etc. Bueno, tomemos un poco de aire. Hasta aquí sólo sí ejemplos de aquellas medidas o puntos que la "nueva" ley laboral mantiene con respecto a la anterior. Pero, esto no es todo, querido lector, ya que dicha ley incluye unas perlitas extra que apuntan directamente a potenciar el papel entregador de la burocracia sindical, dar más fuerza a la patronal, cooptando, principalmente, la herramienta fundamental de lucha de cualquier sector trabajador: la acción directa.
No quiero finalizar esta nota acerca de tan grata ley para las patronales, el FMI y la burocracia sindical entre otros monstruos del capitalismo, sin mencionar una perlita más. Resulta que no se va anular la ley laboral de las coimas, no señor, se va a derogar, y ¿por qué?, se pregunta uno, inocente ante lo que parece una diferencia insustancial de palabras. Porque si se anula se caen los convenios flexibles firmados bajo la ley "Banelco" (tanto en gremios como en empresas). En cambio, como se va a derogar resulta que los convenios negreros logrados por la anterior ley siguen en pie e inclusive se abre la perspectiva de una mayor flexibilización laboral. La llamada ley Banelco, hija de las coimas y del soborno, implicó el puntapié fundamental para impulsar la hiperdesocupación, gracias a la precarización laboral en todos los sentidos (baja de salario, trabajo en negro, trabajo "a prueba"). Los costos laborales han sido reducidos a su mínima expresión y, sin embargo, la crisis que atraviesa el país se profundiza, pues no se plantean soluciones de fondo, por el simple hecho de que son cada vez más insuperables las contradicciones creadas por el sistema capitalista. Lo que aparece como solución, en este caso la "nueva" ley, constituye el germen de nuevos conflictos y muestra de forma clara que este sistema da manotazos de ahogado. ¿Un ejemplo? Bueno, uno cortito y simple: mientras los capitalistas abandonan sus fábricas, a pesar de la flexibilidad laboral, la reducción de aportes y demás medidas pro-patronales, los trabajadores las reabren y las ponen en funcionamiento bajo gestión obrera. Señales, señales de que las "soluciones" del régimen capitalista sólo conducen a más crisis (a la corta o a la larga) y señales de que se está produciendo un proceso que marca una necesidad de reorganizar las cosas de otra manera. Porque estas leyes son golpes a las conquistas logradas con la sangre de la clase obrera, pero también son palas de tierra que ellos mismos se tiran, sepultándose poco a poco, creando crisis que sólo podrán ser superadas si se termina con la raíz del problema, que no es otro que el sistema capitalista. ![]() Comentá esta nota |
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