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Colaboración Miguel Espinaco me pidió que contara algo del documental Hambre de soja para El Mango del Hacha. No voy a escribir sobre el problema de la soja transgénica. Lo que pienso, está resumido en el documental. Por lo tanto, voy a tratar de hacer un relato sobre cómo fue hecho el documental, aunque lo que sigue puede parecerse más a una confesión que a otra cosa. Hambre de Soja Por Marcelo Viñas HAMBRE DE SOJA es un documental que empezó de manera accidental, cuando estaba realizando otro documental llamado "LA SIEMBRA LETAL", que trata sobre el empleo de los agrotóxicos en la agricultura argentina. A medida que investigaba sobre el herbicida glifosato, iba tomando conocimiento de los graves problemas generados por el cultivo de soja transgénica.
Con Eduardo Besnati, como copiloto del proyecto, nos abocamos a la tarea de recoger en varias provincias los testimonios y las historias que dieron forma al documental. Después de un año de trabajar en forma discontinua terminamos HAMBRE DE SOJA. En los últimos 10 años casi siempre trabajé haciendo documentales sobre la naturaleza, pensando que si vamos conociendo nuestra fauna y nuestra flora, podemos incorporarlas de a poco a nuestro acervo cultural y podemos ir dándoles una categoría de real, condición necesaria para poder conservarlas. Conocemos al castor canadiense pero no conocemos al coipo, conocemos al hipopótamo pero no conocemos al tapir, conocemos al ciervo colorado europeo pero no al venado de las pampas. Y así con tantos otros. Entendemos cuando alguien dice "salvemos al Panda" o "salvemos a las ballenas", pero apenas sabemos que toda la llanura pampeana estaba cubierta por un ecosistema extinguido, el pastizal pampeano, y que la agricultura va en busca de nuevos horizontes, arrasando a su paso con todo bosque que se le cruce y con cientos de especies que ni siquiera sabemos que viven allí. Conocer a las especies que viven en el bosque es fundamental para que nos "duela" el desmonte. Entonces después va a ser más fácil comprender las posibilidades de aprovechamiento sustentable, y rentable, del bosque nativo como alternativa a los cultivos de soja. Sigo creyendo que tenemos que difundir nuestra naturaleza como un paso previo para defenderla. Dar a conocer nuestra biodiversidad es tan importante como crear una reserva para protegerla. Pero "Hambre de soja" me ayudó a comprender algo más, y es que ya entramos en la cuenta regresiva del colapso ambiental en la Argentina. Durante años, teníamos la sensación de que a pesar de los problemas ecológicos, nuestro país tenía suficiente naturaleza como para amortiguar y hasta corregir los desastres producidos por el cortoplacismo y las ambiciones ajenas y propias. Pero eso ha cambiado. Ahora no sólo desaparecen montes y especies, también desaparecen niños, mueren de hambre. Y el cortoplacismo y la ambición desmedida proponen que se los alimente con soja. Aparte de la inmoralidad, la vergüenza y la locura que significa que en este país haya chicos que fallecen por hambre, está la cuestión de que eso no es considerado como un problema ecológico. No percibimos que eso sea el producto de la relación patológica e irrespetuosa que tenemos con el medio ambiente desde hace mucho tiempo. Tenemos la creencia de que la naturaleza está sólo para servir a nuestros fines, y a partir de ahí, desarrollamos ideas y tecnologías en este sentido. Hemos perdido la noción de estar inmersos en un entorno natural que produce el oxígeno que respiramos, el agua que tomamos y los alimentos que comemos, aparte de muchas otras cosas importantes para nuestra vida. Aunque inevitablemente seguimos vinculados con el medio ambiente (porque respiramos, bebemos y comemos), hemos perdido esta idea de vinculación. Entonces actuamos como si ese vínculo no existiera. Quemamos todo el petróleo que hemos sacado contaminando napas y ríos, talamos todos los bosques que consideramos "improductivos" para dar lugar a monocultivos mineros, sacamos hasta el último gramo de nutrientes, envenenamos a las plagas y a sus enemigos naturales, echamos todas las porquerías al río, etc., total para qué sirve un monte, un río, un suelo si no es para generar dinero? Entonces, el campo ya no es más una fuente de alimentos, ahora es una fuente de dinero. El hombre de campo dejó de ser chacarero o agricultor para ser "empresario" de la industria agroalimentaria. Y en ese cambio, perdimos de vista que somos habitantes de la biosfera. Al perder esa noción de estar inmersos en un entorno como condición indispensable para mantener nuestra vida, perdemos también de vista a los otros habitantes de ese entorno, sean plantas, animales, o personas. Y esto es algo general, es decir, alcanza a todos los estratos sociales, y por supuesto a los políticos. Sino cómo se explica que ningún gobierno haya tomado seriamente este problema. Si un funcionario es comprable, es primero porque carece de estos conceptos. Hambre de Soja está empezando a distribuirse en circuitos no comerciales, con el apoyo de muchas personas y organizaciones de todo el país. El Grupo de Reflexión Rural, la CTERA, la organización Grain, el Programa Argentina Sustentable, y muchos más hacen suyo el documental y lo difunden en ámbitos académicos, educativos, y de discusión, generando un proceso de intercambio que creo nos enriquece a todos. Hace mucho tiempo me pregunto sobre las razones para hacer un documental, sobre su contenido, sobre su tratamiento. Para qué, por qué hacer un documental. Trato de saber esto, porque vivo de hacer documentales, y no quisiera descubrir que estoy traicionando mi propio juicio de valor. Una gran parte de los males de occidente provienen de la lectura trivial de los problemas, de una simplificación excesiva que genera reduccionismos peligrosos, tanto a la hora de comprender un problema como al momento de tomar una decisión para solucionarlo. Normalmente las cosas son mucho más complejas de lo que nos dicen los noticieros y más de un programa periodístico de investigación, y ahí es donde entran los documentales. Los documentales deben servir, entre otros medios de comunicación, para que un tema deje de ser trivial para el espectador, para desarrollarlo en una dimensión más integral y que no dependa tanto de la coyuntura. Por supuesto que un documental no agota un tema, y en el mejor del los casos sirve sólo como una introducción, pero si cumple con este imperativo pedagógico ya justifica su existencia. En este sentido, Hambre de Soja trata de mostrar las otras caras del cultivo de soja transgénica en la Argentina. ![]() Opiná sobre esta nota |
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