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Sombras del 2001 Por Miguel Espinaco A veces parece que las cosas no cambian, que son siempre iguales a sí mismas, ayer igual que hoy y tan parecido a mañana. Pero no. En realidad, la realidad casi siempre está cambiando y lo que antes parecía inconmovible resulta ahora endeble y fugaz,
"La Constitución te ampara, la justicia te defiende, la policía te guarda, el sindicato te apoya, el sistema te respalda y los pajaritos cantan" dice con ironía Serrat en su canción Toca Madera, y la ironía sirve, claro, para que quede dicho lo contrario, para que quede dicho que esas instituciones ni te amparan ni te defienden ni te apoyan, que son en realidad el corralito construido para que te quedes en el molde. Y esas instituciones no son poca cosa, son las fábricas en las que se fabrica esa ilusión de verdad eterna, el cuentito que te cuentan de que todo será igual siempre, así de inmóvil y triste. La aparición de los autoconvocados entre los empleados públicos no es una cosa totalmente nueva en Santa Fe, pero sí lo es la fuerza con la que han ocupado el centro de la escena y el avance de ciertas ideas fuerza, la forma en que empiezan a pensarse a sí mismos con derecho a tener un lugar en la historia. * * * A fuerza de movilizaciones y de desobediencias a los dictados de los siempre presentes cuerpos orgánicos de los sindicatos, fueron rompiendo la idea que trataban de imponer desde el poder, quebrando la sospecha de que se trataba de un simple tironeo entre aparatos sindicales, entre ATE (Asociación de Trabajadores del Estado), por un lado y UPCN (Unión del Personal Civil de la Nación) por el otro. "No estamos con ninguno de los sindicatos" dijeron, "somos sencillamente trabajadores que no nos sentimos representados". No aparecieron de la nada, es cierto. El fantasma del 2001, que configuró una ruptura de la confianza de millones en las instituciones de la democracia de los ricos - instituciones que indudablemente incluyen a los sindicatos que cuidan que el rebaño no se rebele - ese fantasma del 2001 sigue rondando indudablemente por allí. Los paros en el Ministerio de Asuntos Hídricos y en el Ministerio de la Producción, ya habían mostrado también que la idea de referentes y comisiones internas que evitaran la mediación de los viejos aparatos sindicales, rondaba por la cabeza de los trabajadores públicos. La patinada electoral del oficialismo de Amsafé en Rosario y la monumental huelga de los docentes santafesinos que juntaron una montaña de votos para quebrar la primer oferta del gobierno, ya apuntaban también en este sentido. No aparecieron de la nada, es cierto, y los dirigentes sindicales lo sabían. Por eso Maguid jugó al duro ante el primer decreto oficial, aunque la verdad es que sus bravuconadas no duraron mucho y entonces decidió que una supuesta votación de la base aceptara la propuesta del gobierno. Los dirigentes de ATE pusieron el acento en que había sido un triunfo, pero cuando olfatearon que las bases repudiaban la exigua oferta salarial metieron violín en bolsa, y ahora mantienen el paro hasta que la oferta esté escrita, dicen, como si el problema girara sencillamente alrededor de los instrumentos formales que vehiculizan la oferta y no en la oferta en sí, en que los empleados públicos sienten que en una provincia que recauda mucha plata, en una provincia llena de empresarios industriales y agrícolas que se llenan los bolsillos, ellos resultan ser el último orejón del tarro. * * * Todos se preocupan mucho por la supuesta anarquía que produce este intento de reorganizarse de los empleados públicos para defender sus derechos. El gobierno ya dijo que no recibiría a los autoconvocados porque sería como hacer "contratos individuales", una pavada que casi no merece respuesta, aunque una posible sería que justamente lo que rebela a los empleados públicos es que el gobierno ha venido hasta ahora haciendo contratos individuales pero con los dirigentes sindicales, sus empleados más fieles. Parece que las cosas no cambian, hay tanta gente tratando de que te parezca eso, pero cambian, y seguramente no pasa solo en Santa Fe. El telón de fondo es el agotamiento de la gesticulación kirchnerista que hace mucho ruido y deja pocas nueces para los trabajadores, que sufren una histórica redistribución negativa del ingreso en medio de altísimos superávits y de nuevas megaganancias para empresarios y banqueros. Es posible sí, que en Santa Fe haya que sumarle cierta inconsistencia genética del gobierno de Obeid, pero eso no debería hacer olvidar el marco nacional en el cual estos cambios suceden. No debe ser para nada casual que se esté profundizando el giro represivo que dejó presos en la movilización ante la legislatura porteña, en Caleta Olivia en la lejana Santa Cruz y a Castells en el Chaco, como gran medida ejemplificadora con alcances mediáticos. * * * Pequeñas revoluciones cotidianas, sombras del 2001, condensación de la desconfianza y el odio a los que son el poder, necesidades de un salario que alcance para salir de pobres y de una organización que contenga la lucha por satisfacer esa necesidad. Autoconvocados es la forma que adquiere ese cambio aquí y ahora. Es muy difícil prever hoy sus ritmos y sus tiempos, los avances y retrocesos que puedan darse, porque es una experiencia que como todo en la vida tiene final abierto, que no tiene guiones escritos ni recetas probadas. Habrá que hacer, pensar, intentar, apoyar. Lo que es seguro, lo que ya dijeron y mostraron con toda claridad una vez más, es que lo que era ya no nos sirve a los trabajadores, ya no nos sirve para nada. ![]() Opiná sobre esta nota |
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