¬ Página Anterior Ir a la Portada Página Siguiente ®

Los consejos de Seguro

    Y la luna con su cara visible tan llena de cráteres me mira y te mira. Yo te miro y veo la luna reflejada en tus ojos y lloro porque una pestaña se me mete en la vista y tomo tus manos y te suplico que por favor me saques la maldita pestaña y tu lo intentas con la punta del pañuelo que solo empeora las cosas y lloro más aun y lloras tú de impotencia porque de un manotazo desesperado te meto una piña sin querer justo en el ojo derecho y las lágrimas brotan de nuestros lagrimales y caen como diminutas cascadas rostro abajo y gritamos también y nos gritan porque estamos en un bar al aire libre rodeados de gente que no entiende, que nunca entiende ni le importa, gente que no quiere ser perturbada, gente que aparentemente no llora y se los digo y se los dices y comenzamos a tirarles con los vasos y el cenicero y los platitos de los ingredientes y ellos hacen lo mismo y es una batalla de personas adultas e intolerantes que termina entrada la madrugada en la comisaría y no aprendemos nada porque el rencor continúa y crece y nos amenazamos de muerte y memorizamos nombres y direcciones y pensamos en arruinarnos los autos y los frentes de las casas, acciones que generan más odio y más lágrimas que a la larga son sales que uno pierde y hay que recuperar tomando aguas cargadas de potasio que cuestan dinero y nuestro bolsillo se reciente y no alcanza para espirales y los mosquitos nos chupan la sangre y la vitalidad se nos escurre de las manos como arena seca y los perros nos mean pero te quiero y quiero que volvamos a ver la luna con las manos en los bolsillos, mis manos en los tuyos y las tuyas en los míos, la entrepierna húmeda y tus labios petisa mía.

Libertad a Seguro y a Delfina


    Y ahí está el pesebre viviente con todo y estrella de belén. San José tiene barba de verdad, María pone su mejor cara de virgen y no le sale. Jesús es un pibe del barrio que llora porque la cuna donde lo pusieron es de pasto y pica. Los reyes magos tienen coronas de cartón y en sus bolsas traen bollos de papel de diarios viejos para hacer bulto y yo pienso que es muy oportuno regalarle noticias viejas al recién nacido hijo de dios para que vea y para que tenga, pero claro, pobre pibe, que culpa tiene si es solo una criatura inocente hasta de la inocencia misma.

    En el pesebre hay animales de verdad, una vaca introvertida, cuatro gallinas, una oveja sucia que no se queda quieta, un chivo que no se aguanta las ganas de comerse la cuna del niño, un gato siamés y un perro negro como la noche que me mira con unos ojos color caramelo de miel casero, como los que solía hacer mi madre. Y me mira el perro, que está sentado con cara de circunstancias. Me mira y me explica con la mirada que esto no es un acto de fe ni una puesta en escena de poca monta, esto es real como la sidra, un pibe ha nacido y es chiquito y hay que cuidarlo, hay que quererlo, el perro lo sabe y me lo dice con la mirada y el chico llora y el perro me pide que haga algo y yo lo hago, voy y me meto y agarro al pibe bajo la mirada atónita de José, la virgen tan santa que era me agarra de un brazo y me dice Que hacés pelotudo, uno de los reyes magos, creo que era Gaspar me quiso quitar al pequeño Jesús pero no lo dejé, quizá fue un exceso pero tuve que patearlo, tampoco era necesario que le pateara la entrepierna, lo que pasa es que a veces las patadas salen así, a lo loco, y terminan en cualquier lado. La cuestión es que Gaspar terminó en el piso agarrándose las bolas y llorando mientras la oveja sucia conmovida le lamía las lágrimas. La virgen María, completamente fuera de sí, me agarró de los pelos, en ese momento mi amigo, el perro negro, se le prendió feroz de las nalgas aguantando valiente los puntapiés que le propinaba San José, a todo esto el chivo aprovechó la confusión y se morfó el pesebre propiamente dicho.

    A todo esto Melchor y Baltasar habían sido presas de un ataque de risa. No podían parar los pibes.

    Así las cosas hasta que sonaron dos estampidos de arma de fuego y entonces fue el silencio, el niño nos miró a todos y dijo Abrase visto tamaña insensatez, clarito lo dijo y nos dejó con la boca abierta, después nos enteramos que el padre era ventrílocuo.

    Y la noche nos encontró abrazados de puro amor etílico, el espíritu del vino estará en nosotros hasta mañana cuando nos sintamos vacíos de alma, viendo con el ojo de la fisura como crece el infierno de la resaca y la lucidez.

    Felices fiestas, que no sea nada.

Libertad a Seguro y a Delfina


      Levanten sus copas vacías
      y brindemos por lo que no hay
      cortemos ese pollo flaco
      y comamos el arroz pasado sin atún
      en esta mesa
      donde ni pan dulce ni avellanas
      ni vino ni sidra ni achuras
      pero el amor y el espanto
      que van y vienen
      se quedaron
      y eso aunque parezca poco
      es un montón
      y es lo que hay.

      Delfina Contreras, del libro inédito "Una pileta vacía de qué".


      Un árbol
      y las hojas
      las raíces
      la savia
      el agua
      el sol
      la fotosíntesis
      y el milagro
      que querías
      están ahí
      y no lo viste
      la nube esa
      cargada de lluvia
      que te mira
      es tuya
      una silla de madera
      es un cadáver
      el agua en la botella
      es ceniza.

      Delfina Contreras, del libro inédito "Una pileta vacía de qué".



Opiná sobre esta nota
¬ Página Anterior Ir a la Portada Página Siguiente ®