La familia Silva Contreras ha vuelto a la normalidad, a la normalidad de ellos, claro. El niño entró en razones y su padre liberado del peso del rencor dedicó el tiempo que le robó a sus sesiones de ocio creativo para escribir una historia vaticana apócrifa y un cuentito joconecrógino. Delfina saluda a Benedicto 16 y nos vuelve a llenar la casa de barro para que no lo votemos de vuelta al senador. Sírvase usted mismo.

Los consejos de Seguro

presentados por Adrián Alvarado.

Di matina il sole trina, di notte alcohole y porro ma non troppo per il laboro, solía decir un socarrón Gianfranco Petrulli, encargado de las tareas de maestranza en la capilla sixtina.

Lo echaron en 1979 porque mientras limpiaba las telas de araña que suelen aparecer en la famosa cúpula pintada a mano por Miguel Ángel no va que mata un arácnido con el plumero longo y le pinta bigotes al Adán, ese corpulento hombre con el torso desnudo que acerca sugestivamente su dedo al dedo de dios, luz mediante.

La cuestión es que Gianfranco se mandó la del bigote y no dijo nada. Cuando el papa que se murió levantó la vista casi le da la chiripiorca mal y se armó un quilombo bárbaro.

Las investigaciones no tardaron en llegar hasta Petrulli, el tipo se declaró inocente pero terminó admitiendo la responsabilidad. Resulta que le mintieron. A un cardenal astuto y vil de apellido Ratzinger se le ocurrió agregar un nuevo pecado mortal "No le pintarás bigotes o lentes a las imágenes sagradas de la iconografía católica". De más está decir que Gianfranco creyó a pie juntillas las palabras de dicho cardenal.

Al maestranza lo rajaron y después vinieron los japoneses y restauraron el fresco que a esa altura ya estaba seco.

Gianfranco Petrulli soñaba en su humilde casa romana que el dios barbudo de Miguel Ángel lo agarraba del cogote mientras el corpulento Adán con bigotes le pateaba el trasero repitiendo: Va fangulo hereje. El hombre soportó la culpa hasta que descubrió el engaño y preparó una tremenda venganza que terminó con el fáking fresco de un solo viaje. Nadie lo supo nunca porque lo pintaron de vuelta los japoneses en un par de días.

Gianfranco está prófugo, vive en una isla y a veces es feliz.

Libertad a Seguro a Delfina y a la bestia.


El Juanca se perdió, se lo llevó la corriente, se electrocutó por abrir la heladera en patas.

Lo velaron rápido y lo enterraron con la misma velocidad. El comentario de los deudos, los conocidos y los otros se generalizó en un "Que boludo" entre indulgente y lapidario. Una cosa lleva a la otra y las dos lavan la cara y los ojos al Juanca se le saltaron un poco para afuera y los de la sala de velatorios no sabían como hacer para dejarlo presentable, a la final se decidieron por cerrar el cajón y pegar una foto del fiambre en la tapa.

La tia Gladis, quien tenía sus motivos, lo recordaba diciendo "De chiquito era pelotudo, murió en su ley el salame". Los padres lo lloraban en un rincón, sin estridencias, con un dolor profundo y sincero.

En el velorio las anécdotas se reprodujeron incentivadas por la ingesta de ginebra, y el humor con sus patas de araña tejió las redes donde quedaron casi todos pegados.

Se cuenta que a la edad de nueve años el Juanca estuvo a punto de causar una tragedia de proporciones nacionales.

Niño en edad escolar camina rumbo al establecimiento educativo, cruza la calle distraído, viene una camioneta y el pequeño salame no la ve ni la escucha, el vehículo frena a cincuenta centímetros del pibe con tanta violencia que parte de su carga sale disparada hacia adelante.

Aquella parte de la carga era una carretilla de las de fierro que voló por encima de la cabeza del Juanca y terminó entrando por la vidriera de un local que la orga usaba como depósito de explosivos.

El efecto dominó siguió su imparable derrotero. La explosión arrojó cosas a diestra y siniestra, una de ellas era un inodoro que en su insólito vuelo encontró la panza de una avioneta que cayó sobre un edificio que se cayó sobre una modesta fábrica de hilo para atar chorizos que pertenecía al marido de la tía Gladis. La misma tía Gladis quien sostuvo desde siempre que la temprana estupidez del Juanca podría causar un daño mayor, por suerte se murió antes. La tía no, la tía se murió después.

Oid Portales, libertad, tres veces libertad.



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II

No será blanco
ni negro
será gris o no será nada
será lo que deba ser
ni bueno
ni malo
ni cruel
ni piadoso
ni humano
y bocanadas
de cenicero
en los diarios
en la tele
y en tu computadora.

IV

No será blanco
y la marea
con la lluvia en los ojos
cerrados
me agarro con fuerza
las manos
en los bolsillos
busco
lo que no quiero
y el barro con mierda
entre los dedos de mis pies descalzos.

Delfina Contreras

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