Escritos de memoria

por Miguel Espinaco

Libros que sus autores no habrían querido escribir, libros evitables como la inundación que hace ya dos años pasó por Santa Fe dejando cadáveres y barro y fotos rotas, libros imprescindibles para fijar la memoria, para ponerla a salvo del olvido que tantos pretenden instituir como ley: ya está, Santa Fe está reconstruida, el pasado pisado. La escritura como exorcismo o como denuncia, como reafirmación del poder decir las palabras propias, como necesidad de mantener, de anotar, de dejar grabada la memoria de lo que fue realmente esta catástrofe evitable.

El sábado pasado, en nuestro programa de radio, entrevistamos a dos coautores de tres libros publicados en este segundo aniversario del drama del agua en Santa Fe. Distintas ópticas, distintas formas de decir lo que es necesario decir, distintas herramientas para construir memoria en medio de un discurso dominante que intenta instituir el de eso no se habla, que intenta como siempre fragmentar y dejar a cada cual a solas con sus penas y sus duelos.

Adriana Falchini es coautora de "Contar la inundación", un libro presentado por la Universidad como "una recopilación de relatos, narrados por los propios protagonistas, sobre la catástrofe hídrica que afectó a nuestra región en el año 2003. El trabajo tiene un gran valor testimonial, y es fruto de la labor de docentes y estudiantes de la Facultad". y también de "Memorias y olvidos de la gente del oeste", "un encuentro íntimo, veinte personas se atrevieron a hablar, desde adentro", un libro con voces y fotos que intenta hablar por quienes en los barrios del oeste de la ciudad, sufrieron en carne propia la invasión del agua.

Pablo Benito - integrante del staff de la revista Tercer Mundo - es coautor de "29A", presentado como "nuestra versión y visión del crimen hídrico perpetrado por el poder político-económico, teniendo como víctimas al pueblo santafesino. De inundados e inundadores habla este libro que jamás hubiésemos querido escribir".

Esto nos decían.

Adriana Falchini
"Contar lo insoportable"

Yo siempre agradezco tanto a los periodistas que se comprometieron con esto, porque realmente es otra de las armas para esta lucha. De todas maneras, la ciudadanía - y esta semana eso se vio mucho - sigue percibiendo con lástima la escucha de los testimonios de los inundados, no? Pobre lo que le pasó. Nosotros tratamos de recuperar en estos dos libros, uno con palabras y el otro más con fotos, es que no es la lástima, el testimonio no tiene que inspirar eso, lo que tiene que demostrarse es que detrás de toda gran estadística, de una lista de más de 130 muertos, más de 130.000 afectados, un tercio de la ciudad, hay una historia individual que se quiebra para siempre y que no pasa por la compasión, es que ese otro sos vos.

Hoy es la inundación, la inundación develó una precariedad existencial cotidiana de todo Santa Fe. Entonces no es la lástima, no es la compasión, sino poder escuchar al otro. La compasión es que te ponés a escuchar al otro pero el problema es del otro, acá es poner en escena una historia de un ser humano que es irrepetible. Decimos en Memorias y Olvidos ojalá una historia logre quebrar la frialdad del dato. De eso se trata.

Estamos contentos porque la plaza estuvo llena, porque nos acompañaron esta semana, pero igual tenemos una sensación de que la gente sigue incomodándose con el tema de la inundación. Siguen siendo incómodas nuestras cosas rotas, siguen siendo incómodas nuestras cosas embarradas y eso es un problema no para nosotros solamente, sino para una sociedad que quiere disimular, que quiere olvidar. Y esto no se puede olvidar, pero no por los 130.000 afectados, por cada uno de nosotros que es partícipe de una ciudad estallada.

La violencia del discurso del gobierno es insolente. La publicidad de El Litoral del sábado pasado, por ejemplo, digo esto porque se distribuyó en todo el país y nos llamaron medios preguntando si es verdad que Santa Fe se ha recuperado con tantos millones de pesos. Entonces por qué hay que recordar, porque el duelo es imposible de hacer para los afectados de la inundación y es bueno hacer duelo, es bueno volver a transformar tu vida y rearmarla. Este duelo en Santa Fe es imposible, está todo el tiempo la herida abierta y todo el tiempo te la revuelven, sobre todo el discurso del gobierno, que desde el comienzo fue insultante, humillante, que reaviva las heridas y que si no hacés esto, te condena a desaparecer.

Las tragedias son insoportables, por eso en el libro Contar la Inundación decimos cómo se puede contar lo insoportable, porque nadie puede soportar que en minutos se te inunde la casa hasta más allá del techo y se te vaya todo de golpe. Como la tragedia nazi, como la tragedia de la dictadura militar; son insoportables para el que la vive y para toda la sociedad. Entonces hay que atreverse a la valentía de poder seguir hablando de esto y de mostrar el horror, porque creo que hay que ponerle palabras: esto es horror. Las muertes fueron evitables, el horror fue evitable y estos libros, hubiesen sido evitables.

Con respecto a Contar la inundación, para mí es muy importante que la Universidad, el espacio de lo académico, tome el tema y le de la entidad también de otros temas. Eso no es fácil en lo académico, así que en eso la decisión de la profesora Mary Hechim que convoca a trabajar en el proyecto, es una decisión político académica que no es sencillo de resolver siempre.

Memorias y olvidos de la gente del oeste, es un material que trabaja sobre esto que dice el título: ¿de qué te vas acordar y de qué te vas a olvidar? Ahí nos encontramos inundados y escritores y fotógrafos y entre todos, entre que me ayudaban a limpiar la casa, a rescatar algunas fotos, decíamos qué podemos hacer con esto, no? Cuando íbamos y bajábamos de las piraguas al techo con mis vecinos, decíamos quién nos va a creer, quién nos va a creer lo que estamos viviendo. Y con Pablo que está acá en el libro, que es el vecino que me cuidaba de noche la casa y nosotros íbamos en el día, nos sentábamos en el bordecito del techo y en esta unidad y en este conocimiento que nos dio el agua, porque con este vecino nos saludábamos a la mañana y pasamos a ser hermanos, no?

Yo le decía: Pablo - el trabaja de guardiacárcel me parece y yo trabajo de profesora - cuando volvamos a trabajar, los compañeros nos van a creer que estuvimos sentados en el techo cocinando, que ustedes están armados defendiendo las casas, que estamos viendo y vigilando nuestras casas, que el agua baja cada cinco centímetros. Nadie nos va a creer: "si hacemos un libro, Pablo?" y el decía "te parece?" y en esas idas y venidas del techo, las piraguas, de recuperación, vamos diciendo, vamos a parar, pero a diferencia del otro trabajo, hicimos entrevistas de profundidad de la vuelta a la casa.

En esto del fárrago informativo, mucho se impactó con la violencia del agua, pero poco se dijo, poco se sabe, del día terrible en que vos abriste tu casa y con la esperanza que teníamos de encontrar las cosas embarradas pero en su lugar y no encontramos nada, todo revuelto y todo cambiado de lugar y todo roto, todo irrecuperable, ahí nos dijimos ¿qué es lo que cuidamos durante veinte días arriba del techo? ¿qué cuidábamos? Pero lo cuidábamos como oro. Todas esas sensaciones tan terribles que el gobierno nunca podrá reconocer, fueron las registradas en Memorias y Olvidos de la gente del oeste. Acompañar la intimidad de la casa pelada, por eso las fotos son muy evidentes y muy interpeladoras, los ojos, las caras, las manos de ese momento.

Es interesante en el trabajo de Memorias, tanto el que habla como el que ayuda a hablar, que se vuelven testigos de la historia. Y lo logramos; con Pablo cuando presentamos el libro y él en nombre del entrevistado recibe el libro, me guiñó el ojo antes de pasar. Este sí es mi orgullo, el poder escribir con mis vecinos. Es mucho más mi libro porque tiene que ver con mi profesión, yo trabajo ayudando a escribir, yo vivo de eso, son talleres de escritura los que yo hago desde hace veinte años. Pero es la primera vez que escribo con vecinos, con gente que jamás había escrito. Además eso demuestra que la palabra nos pertenece a todos.

Es rara la sensación, uno no tiene esta historia por ahí de un libro de poesía, que lo presentás con una comodidad, en el sentido del disfrute de la palabra. Estos son libros evitables, nadie tiene el orgullo de otros libros, el orgullo sí de la decisión de estos grupos en los que participo, de atrevernos a juntar el dolor, pero no es la satisfacción de literato. Son libros que hubiese querido no publicar.

Pablo Benito
"La investigación surge de la curiosidad"

El libro, de alguna manera no difiere del trabajo periodístico que nosotros veníamos haciendo desde el mismo haciendo desde dos semanas después del 29A, con toda la situación que se vivía. Nosotros, como todos, estábamos en las calles, con las canoas, todo eso, y la primera investigación de la revista que fue "Reutemann sí lo sabía" surge a partir de una curiosidad de que personalmente yo había estado en la inundación del 92 en el terraplén Irigoyen que tenía una cota un metro y medio más baja que lo que se hizo después. En esa ocasión, el Salado no había trepado la defensa. Entonces la pregunta era ¿cómo? se hace una defensa de un metro y medio más y en esa misma época la costanera de Santo Tomé se había inundado. Ahora en la costanera de Santo Tomé estaba todo bien, el agua entró y uno empieza a preguntar y a preguntarse cuál era la diferencia. La primera diferencia es que había una construcción que no estaba en aquel momento, que era la autopista Rosario Santa Fe, que fue la hizo un altura mayor artificial del río de un metro y medio de un lado a otro. Por eso Santo Tomé no corrió la misma suerte que la vez pasada.

Fíjense ustedes lo loco de tomar distancia de las cosas, que en ese momento yo con todos los expedientes en la mano no había reparado en un dato muy pedagógico para decir que la obra estaba criminalmente inconclusa, y era el mismo título de la obra, el mismo título del acta de recepción de la obra por parte del estado a la empresa Gualtieri. El título de la obra dice simplemente, ruta número 11 hasta Blas Parera, sección 1 y 2, entonces no hay nada mejor para explicar que la obra no se había terminado - esta obra que se recepcionó, se pagó, que se endeudó la provincia por esta obra - que el simple hecho de que la obra nunca llegó a Blas Parera, la defensa no llegó hasta Blas Parera. Entonces, en eso no hay discusión. ¿Los peritos qué son? ¿gente que esta viendo si decía Blas Parera o decía otra cosa? Es lo mismo que a uno le hacen un contrato que dice que va a tener una casa con dos habitaciones y le hacen una sola. ¿Vos que hacés? No la recibís. La diferencia, se podría decir, es que en este caso la plata es de uno.

Muchos ingenieros hídricos, en charlas personales, nos decían que sabían que había una trampa mortal y también es un dato relevante el de los ingenieros echados, que no les renovaron el contrato en Vialidad, a los cuales nosotros les dedicamos el libro por su dignidad de laburantes. Hillar, Contini y Acuña dicen que se podía ir haciendo con el agua entrando, un cierre escalonado. Fíjense que si con el agua entrando el cierre se hizo en dos días, se podría haber hecho mucho más rápido.

Una de las cosas que más nos impactaron fue que el mismo 29A, en la televisión sale Reutemann a las 11 de la mañana con imagen de fondo de Barranquitas - Iturraspe y Perón - solicitando al Banco Mundial que le destrabe el tercer tramo del préstamo, con lo cual él terminaba, evidentemente, su mandato con bombos y platillos, suba de sueldos y que se arregle el que viene, como estamos acostumbrados en la política neoliberal. Y no se dirigió a la población diciéndole que evacúen porque sabía, y esto en un acta del 27 de abril, se dice hasta cuantos evacuados puede llegar a haber, y da el número de 100.000 evacuados. El 27 de abril, mientras Reutemann estaba jugando activamente en las elecciones presidenciales.

"Esto fue como el atentado a las Torres Gemelas" decía Reutemann. Es como una confesión de parte. La manifiesta omisión ante lo que estaba ocurriendo y la posterior actitud negatoria da nacimiento a la idea de un crimen y a la búsqueda efectiva de los móviles que llevaron a esa conducta homicida.

¿Estaba advertido el Gobierno de la desmesurada crecida del río Salado? ¿Podían 500 metros de defensa detrás del Hipódromo haber evitado el desastre? ¿El Estado tuvo tiempo para ordenar la evacuación anticipada? ¿El Intendente Alvarez y su Secretario de Gobierno Rossi, podrían haberse puesto al hombro la situación en las horas en que la decisión política podría haber evitado, al menos, tamaña cantidad de víctimas? La respuesta, para cada una de las preguntas, es sí y ese sí hace responsables a los dirigentes políticos y burócratas de un crimen sin precedentes en la historia de nuestro país. Un crimen con efectos que no se puede medir ni en números ni en tiempo.



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