La inflación de los porteros

por Miguel Espinaco

Puede ser que las cosas no hayan cambiado tanto a pesar de los avances en la ciencia, las sofisticaciones electrónicas, los altos edificios de vidrio y acero que adornan las ciudades y la globalización alucinante de las comunicaciones. Puede ser eso, o bien es que yo escucho radios que atrasan, que veo noticieros en la tele que transmiten parodias de viejos debates y que hasta mi moderna conexión a Internet me juega malas pasadas.

Este debate de los precios y los salarios es como un dejá vu. Tiene ese aroma de las viejas cosas, metáfora que no intenta en este caso navegar en los giros poéticos, sino más bien expresar de alguna forma sutil que me tienen podrido.

La cuestión empezó hace algunos meses, cuando comenzaba el año. Los primeros índices de precios que publicaba el oficialísimo Indec, mostraban que las metas inflacionarias del año ya resultaban demasiado optimistas. Por aquellos días, el Ministro Lavagna y el coro de los Fernández, salieron a tranquilizarnos diciendo que el problema era estacional, que las vacaciones y que la mar en coche, pero la onda inflacionaria se mantuvo y la meta del 7,1% para todo el año ya parecía un delirio de matemáticos.

Desde que Lavagna salió molesto a enfrentar un supuesto populismo setentista en el gobierno de Kirchner y desde que las luchas de sectores de trabajadores comenzaron a arrancar tibias recuperaciones salariales, el problema de la inflación dejó de ser endosada a casualidades de estación (excusa que por cierto no puede usarse todo el año) para devenir en resultado inevitable de los aumento de sueldo. El aumento a los porteros que - según nos quiere hacer creer ahora el Jefe de Gabinete - impactó en la inflación de junio llevándola cerca del 1% terminó de delinear el escenario para que volviera al ruedo esta discusión que atrasa.

La devaluación producida en el 2002......

...... provocó varios desfasajes en los precios de la economía y el más importante de ellos para los trabajadores fue el desfasaje que se generó en el salario. La carne en las carnicerías, las verduras en la verdulería, la leche, el aceite y la harina, por nombrar solo algunos productos, más que duplicaron sus precios frente a los sueldos que se cobraban sin cambio cada mes. De pronto el sueldo, a cualquier trabajador de estas tierras, le servía para comprar menos de la mitad de los productos que antes compraba.

No está de más recordar que antes ya compraba pocos, pero ese no es el punto ahora, el punto es verificar que la inflación se produjo mucho antes que los eventuales aumento de salarios que - según Lavagna y su coro de ángeles charlatanes - provocaría la inflación.

Es antiguo......

...... dijo Lavagna, lo dijo hace apenas unos meses. Ahora no hay que luchar más por salarios porque lo que hay que buscar es mejorar el nivel de compra, dijo. Pero ocurre que el nivel de compra de los trabajadores se mide por la masa salarial que cobran, y si no cómo.

Lo que es realmente antiguo es el debate, es casi una estupidez enredarse en una discusión que ya fue hecha hace 150 años pero no hay otro remedio, está de moda.

Digamos entonces que el barbudo Marx le contestaba así a un señor que decía lo mismo que Lavagna por allá por el siglo XIX: "tomemos, por ejemplo, a nuestro amigo Weston. Primero nos decía que los salarios regulaban los precios de las mercancías y que, por tanto, éstos tenían que subir cuando subían aquéllos. Luego, virando en redondo, nos demostraba que una subida de salarios no serviría de nada, porque subirían también los precios de las mercancías y porque los salarios se medían, en realidad, por los precios de las mercancías con ellos compradas".

Es evidente que al razonamiento de Lavagna - igual que al del tal Weston, ya muerto hace una tonelada de años - le falta algún dato para dejar de dar vueltas como en una calesita: ¿los salarios determinan los precios o, por el contrario, los precios determinan el salario real por cierto declinante?

El verso se pone confuso......

...... y corremos el riesgo de caer en él si no huimos rápidamente de los galimatías que dibujan los economistas. Los precios y los salarios - que es otro precio de la economía - determinan la forma en que se distribuye entre patrones y trabajadores lo que los trabajadores producen con su trabajo. Una clase social mayoritaria trabaja - o no trabaja porque los patrones deciden mantenerla desocupada y en reserva para presionar a la baja de los sueldos - y otra clase social minoritaria se rasca el ombligo y se queda con un pedazo de la torta por el solo hecho de ser propietaria de las herramientas, el dinero, los campos y las máquinas que hacen falta para que el trabajo se realice. Merced al mecanismo inflacionario - entre otros tantos mecanismos - los patrones tironean para conseguir pedazos más grandes de la torta. Con huelgas, cortes de ruta o con el método que fuere, los trabajadores tironean para el otro lado.

Para desconsuelo de los progresistas......

......que quieren discutir con Lavagna desde el propio terreno del capitalismo, habrá que decir que es cierto que los aumentos de salario pueden producir inflación, que es tan cierto como que la inflación puede provocar reclamos de recomposición del salario. Y esto es así porque ese es un modo - entre otros - que adopta la lucha entre trabajadores y accionistas.

Lo que se produce en el país es en cada momento una cantidad determinada de producto - pollo, pan, leche, energía eléctrica, yates, viajes a Las Leñas, soja, autos y lavarropas - y cada clase social puja para quedarse con más. Como los bienes producidos son medidos en el mercado con la vara del dinero contante y sonante, si se baja el salario con inflación los trabajadores querrán aumentos nominales para recuperar su parte y cuando esto pase, los patrones empujarán otra vez tironeando de los precios.

La clave es el estado y el gobierno, y por eso Lavagna. Por más capitalismo serio que pregone Kirchner, por más progresismo que declame, el gobierno K sigue siendo un gobierno de los patrones y entonces el anuncio de que controlarán los aumentos salariales.

Ahora que el grueso de la inflación ya fue......

...... pretenden atarle las manos a los trabajadores responsabilizándolos del próximo proceso inflacionario. Hablan también, es cierto, de ciertas medidas para contener los precios y así parecen neutrales.

Entonces, publicitan algunos "acuerdos" como en el tema del pollo - acuerdos que duran bien poco, que se firman con la mano y que rápidamente se borran con el codo - o manejan las retenciones para controlar a algún sector desbocado.

Hacen y harán eso. Se erigirán en custodios, en guardianes para que los trabajadores no recuperen lo que perdieron. Lavagna salió rápidamente a decir que no realizarán un "control policial" sobre los precios, pero sí serán la policía del salario y lo harán - dicen - para que los aumentos no impacten en la inflación.

Ahora salen en la tele y parecen gente llena de buenas intenciones, pero conviene no olvidarse de que antes ya dejaron que la inflación destruya el sueldo, que fueron ellos los que impulsaron el tembladeral de precios relativos en el que se hundió el salario, para alegría de todos los que viven del trabajo ajeno.



Opiná sobre este tema

Uno de porteros

La nueva y preocupante onda inflacionaria tiene que ver - ya se sabe - con el aumento a los porteros.

Esta nueva situación ha traído ya algunos cambios culturales, por ejemplo ya no se escucha aquello de tiene más plata que Anchorena, sino que ha venido en su reemplazo tiene más plata que un portero.

Los infaltables envidiosos conchabados en otras tantas profesiones no beneficiadas, cuentan con maldad que en los edificios del barrio de Belgrano cada habitante tiene una cuatro por cuatro y que el portero tiene dos.

Sabemos que hay mucha exageración en todo esto, incluso sería falso eso de que el Sindicato de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal esté programando clases de golf para sus afiliados y no tendría tampoco nada de cierto aquello de que la señora de Zorreguieta, que ya cansó a todo el barrio contando que su hija se casó con un príncipe, escuchara sorprendida la arrogante venganza de una vecina:

- Y qué. Mi hija está saliendo con el hijo del portero...

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