Biografías curturales La danza suele ser un arte reservado a los entendidos. La danza clásica para los aún más entendidos. Rosa Regina Cupertino siempre supo inspirar a entendidos e ignorantes con igual fascinación. Rosa Regina Cupertino La danzarina que le movió el piso a más de un ministro
por Maytland Goyeneche Se podría decir que nacer en ciertas fechas puede ser decisivo para las elecciones de vida que uno realice. Por ejemplo el día de la música suele hacer que los nacidos ese día se dediquen a tocar la flauta. O los nacidos un 1º de mayo que sean estibadores del puerto. El haber nacido un 29 de abril podría haber logrado que Rosa Regina Cupertino sea un animal en cualquier emprendimiento que hiciere, pero se da la casualidad que ese día es también el día internacional de la danza, lo que nos facilita el comprendimiento de porqué ese amor desmedido por las danzas clásicas, el porqué de esa entrega sin par por las danzas contemporáneas, el porqué se su incondicional abdicación por las danzas folclóricas y así por cualquier cosa que lleve por delante el calificativo de "danzas", y yendo un poco más lejos, por todo aquello que implique un poquito de mover el cuerpo en movimientos rítmicos. Dicho esto último sin ánimo de caer en dobles sentidos, ya que en ningún momento se me ocurrió pensar siquiera que Rosa Regina Cupertino fuera una amante desenfrenada obsesionada con el sexo. Rosa Regina Cupertino (también conocida como "Rosa, la liviana" por sus compañeras de escuela primaria) ya en sus primeros años supo atraer la atención de sus mayores por su facilidad para el baile. A los tres años se había preparado una rutina de baile sobre la base de "Yo tengo un elefante" y "El payaso plimplin". Cuando años mas tarde, muchos años mas tarde, Piñón Fijo se hiciera famoso por sus básicas canciones y sus aún más básicos bailecitos se quiso comer los codos, ya que por alguna obra del destino una de las filmaciones de sus primeras representaciones en público (que, valga el dato, solo se trataba de un público familiar) habían llegado hasta el reservado payaso y copiado absolutamente todos los movimientos que la infanta Rosa Regina había preparado para divertir a tíos y vecinos. NI lerda ni perezosa le metió una demanda que dejó seco por varios años al payaso de los colores primarios y a ella le permitió conocer Rusia, el país de su amado Nureyev. Pero no nos adelantemos. Cursando su cuarto grado en la escuela primaria (para mas datos, la escuela ya no existe) un pariente de los que ya conocía sus capacidades para el baile le tira el dato que están dando clases de danza clásica una familia de emigrados rusos que por unos pocos morlacos podría aprender algo. Sí, allí es donde conoce de Nureyev. Pero el caso es que eran una de esas familias paquetas venidas a menos que estaban huyendo de la revolución de octubre y por esas cosas que tiene la vida vinieron a parar al Pantano. Así es como da sus primeros pass de dué, pas de trué y etc... (sabrán disculpar los entendidos, pero quien esto escribe no tiene la más mínima idea sobre lo que trata la danza, de casualidad que puedo apreciar cuando alguien la baila) y de a poquito se va convirtiendo en una entendida en la materia. Al punto que en el Colegio de Señoritas abre un taller optativo en el que forma un grupo estable de danza y artes escénicas. Es con este taller que recorre el interior ofreciendo "El herrero y el diablo" en versión para tutú. Llegando incluso a realizar varias temporadas en María Juana, lugar donde hoy es ciudadana ilustre debido al respeto que su labor artística ha sabido granjearle. Siendo adolescente la familia rusa se marcha, nadie supo nunca a donde, incluso hay quienes afirman que solo eran polacos que se hacían pasar por rusos para cobrar una herencia, pero antes le regalan a Rosa Regina (a quien sus amigos de la secundaria la conocían como "Rosa, la apurada") una colección de discos de pasta con las obras de los grandes maestros de la música clásica. Cumpliendo la mayoría de edad se marcha a Bs. As, un poco para poder colmar sus expectativas artísticas con respecto a la danza, otro poco para ocultar un incipiente embarazo de quién nunca pudo averiguar quién fuñe el responsable. Estudiando en el conservatorio de la Gran Ciudad se iba ganado el mango como camarera en una whisquería y en su tiempo libre tocaba la pandereta en el conjunto musical de Leonardo Favio. Pero eso estaba muy lejos de sus ambiciones, el objetivo de su existencia era solo uno, como ella misma reconociera en su autobiografía, poetizar la vida. Es decir, Poetizar la vida es el objetivo, pero también el nombre de su libro autobiográfico. Pero por algún motivo las puertas de la gloria siempre le fueron díscolas, dejando su amor por la danza relegado a segundo plano teniendo que ganarse la vida en los mas diversos oficios, oficios que aquí no enumeraremos para no extendernos demasiado en aspectos que no hacen a la esencia de lo que Rosa Regina Cupertino (también conocida como "Rosa, la sonriente" por sus amigos del cabaret Voltaire) realmente representa en el alma de la cultura santafesina. De Bs. As. a Santa Fe solo hay unos pocos kilómetros, que Rosa Regina Cupertino (apodada por sus amigos de fiestas nocturnas como "Rosa, la frecuentada") prontamente habría de recorrer en sentido inverso, es decir, en sentido inverso al del que había recorrido antes, cuando se fue, para regresar a su hogar, aunque también hay rumores que tuvo que huir de otro embarazo no deseado, lo que nos consta son solo patrañas, ya que Rosa Regina Cupertino (también "Rosa, la popular" para sus hermanas adoptivas) cuando regresó al pantano no estaba embarazada, cosa que si hizo, embarazarse, una semana después. Con ocho hijos a cuesta y soltera imaginarán ustedes que no es fácil dedicarse al arte, sin embargo Rosa Regina Cupertino ("Rosa, la escrupulosa" para sus enemigos del Club Pucará) logró hacerse un espacio para no solo perfeccionar su arte, sino también para abrir su cabeza a nuevas experiencias plásticas. Así es como logra introducir en el Pantano, por primera vez en la historia de la educación, la cátedra de Danzaterapia en colegio "Las esclavas ponzoñosas de Jesús". Así logra también un Máster en Danzas flamencas interpretando exitosamente bailes sacados de las películas de Saura en la peatonal, junto a sus amigos del Club de la Estatua Viviente. Estas experiencias informales le dejan una enseñanza: que hace falta crear algo nuevo, una danza mucho mas contundente que se nutra de otros ritmos, más callejeros, y crea lo que la capultaría a la fama más infame: la danza jazz-villera. Que se haría famosa a principios de la década del noventa porque Las T'nellis la aplicarían a sus coreografías en Ritmo de la noche. La suerte estaba echada y no se echó atrás, y continuó haciendo lo que mejor le salía: apostar a lo seguro sin renunciar a las necesidades interiores. De su sociedad con el grupo de TeLeFe logró cierto prestigio trabajando de coreógrafa hasta hace unos años para incipientes grupos de los que lamentablemente ya nadie se acuerda, y yo tampoco por lo que me va a ser muy difícil nombrarlos sin faltar a la verdad. Por esas vueltas de la vida se vio de nuevo emigrando hacia otros parajes, y otra vez los rumores sobre líos de pantalones, pero no nos haremos eco aquí de las malas lenguas. En México trabajó para Gloria Trevi hasta que su patrona huyó dejándola en banda. Teniendo que sobrevivir de trabajos de lo más diversos entre los que podremos nombrar: lustrabotas, luchadora de catch, llorona, lavacopas, basurera, extra de cine, doble de riesgo para tv., y un largo etc. Hace un par de años regresó a Santa Fe para hacer lo que mejor sabe, es decir, bailar danza clásica, deleitar a todos los públicos, sin importar de que raza, condición social o cuántos kilos pese (siempre que paguen la entrada). Busquen en los diarios, allí estará ella ofreciendo su arte, y si no, la podrán encontrar en la Escuela de las Artes y los Oficios Diversos, donde se encarga de dictar cátedra de danza-break, una nueva disciplina que está haciendo furor en las calles del Pantano. Buenas noches. Opiná sobre este tema |
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