Colaboración "Mi casa estaba ubicada en Maipú y Urquiza, al final de la pendiente, hoy se levanta un edificio moderno y caro, creo que la aplastó" De vez en cuando, Eduardo nos envía alguna colaboración sobre su relatada Rosario, la ciudad en la que nació y vive. Hoy nos cuenta sobre su barrio, en el que también nació el Che. El Che, mi barrio y mi olfato por Eduardo Mancilla Tengo para decir que he nacido a cinco cuadras de donde lo hizo Ernesto "El Che" Guevara, entre otras pocas cosas. Mi casa estaba ubicada en Maipú esquina Urquiza, al final de la pendiente, hoy se levanta un edificio moderno y caro, creo que la aplastó. Bien frente al imponente edificio de la Aduana. Es una zona "exclusiva" de Rosario, a cincuenta metros de la Av. Belgrano, a escasos ciento cincuenta metros del Río Paraná y a pocas cuadras del monumento a la Bandera. Es uno de los barrios tocados por las inversiones inmobiliarias y los reciclados muy de estos tiempos, lleno de boliches, teatros, restaurantes modernos, plazas y paseos hermosos, muy bien preservados para el ojo ajeno, foráneo. En tiempos de mi nacimiento, no. Era una zona densamente poblada, muy densa si. Un barrio oscuro, portuario, proletario, prostibulario, vivíamos en diagonal a los viejos depósitos de Rossental, sede hoy de anticuarios, colmados de objetos otrora pertenecientes a la rancia aristocracia local, y que muchos de ellos debieron ser vendidos para sobrellevar el momento de los avatares caóticos de nuestra economía. Una dosis de la propiedad privada que se devuelve a regañadientes. Aún puedo reconocer a través del olfato, que corrí de niño entre los árboles llenos de copos de algodón en verano, saltimbanquiando los charcos que se formaban entre las baldosas amarillentas, por el desnivel de las veredas, después de la lluvia que sensibiliza los sentidos, las empinadas escaleras de ladrillos Ingleses de cerámica, anchas, con baranda al medio, y un descanso por si bajabas embalado. Las calles eran de empedrado conservadas milagrosamente del asfalto por el azaroso descuido de algún eterno funcionario gris. También tengo un vago recuerdo del sonido que emanaba del roce de las cubiertas de los vehículos con las piedras, como un tableteo seco y suave, cómplice, que llegaba, pasaba y se repetía incansablemente, hasta que lograba dormirme de la mano de mi vieja. Ése es un ejercicio que hago de tanto en tanto, invariablemente con los ojos cerrados, cuando recorro esa zona entrañable para mí. Esa sensación es intransferible, no lo prueben. Aunque debiera preguntarle a mi hermano un día de éstos. El Che, nació en Urquiza y Entre Ríos, un edificio fastuoso, con entrada por ambas calles, en realidad no sé por cual de ellas se podía acceder a su casa de departamento, creo que era por Entre Ríos. Trabajé durante un año en una oficina en esa misma esquina, en frente y la realidad fascista Argentina me tenía oculto ese detalle, a mi y a todos. En el mismo piso donde aun vive la querida Erminia, emblema de las Madres de Plaza de Mayo de Rosario, y cada tanto me llenaba de angustia con sus terribles relatos, en presencia o no, de su pequeña nieta. Comencé a conectarme con mi amigo "El Che", allá por la revolución Cubana de 1959. Cuando Fidel entraba triunfante a La Habana, mi madre me daba a luz en una clínica de San Juan y Corrientes, hoy ya no existe, como tantas otras cosas. No quiero hablar de designio ni mensajes premonitorios, pero hoy estamos más cerca que en esos años, a pesar de las carencias de estímulos. Él, hizo mucho por la raza humana, tal vez, ha enseñado un camino que no muchos tomaron, un camino lleno de sinsabores, sacrificios, entrega por el prójimo, abarrotado de amor y de ideología concreta para que la cosa se encamine hacia algo más justo, con algo de color humano. En fin, algo nos terminó uniendo, yo fui hacia su noble causa, hice el intento de transitar sus pensamientos, él la puso ahí y yo la tomé, para siempre. Amo a ése hombre y a los de su estirpe, los que nos enseñaron a empuñar las armas del amor y la solidaridad. Opiná sobre este tema |
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