La Teja

“Cultura de los jóvenes en San José del Rincón”

por Juan Altamirano

Noche fría. Diez minutos de retraso, de acuerdo a la hora estipulada. En el mono-ambiente de la calle Cándido Pujato, un grupo de jóvenes va a ser protagonista de una entrevista con El Mango del Hacha.

Aleja, Pablo, Noelia, y Arlen forman un semi-círculo cerca de un antiguo grabador de periodista que registrará sus voces.

¿Cómo surge el proyecto de La Teja?

Arlen: El proyecto de “La Teja” surge en el 2004, cuando se le presta el espacio a un grupo de instituciones: una cooperativa, una vecinal, una asociación cultural, y algunas más personas independientes. Ahí fue cuando decidimos integrarnos al lugar como un grupo de jóvenes interno. Pero en el 2005 se produce el cierre de la teja por problemas entre las instituciones. Luego de la re-apertura quedamos solo un puñado de amigos, pese a eso, nos propusimos hacernos cargo de la casa y realizar solamente eventos culturales.

¿Quiénes integraron originariamente el grupo de jóvenes?

Arlen: La primera vez que nos juntamos éramos un grupo de amigas y un par de personas más que nos fuimos conociendo ahí en La teja. Gente de Santa Fé y de Concepción del Uruguay.

El objetivo inicial desde el principio era muy amplio. Pero finalmente nos volcamos hacia lo cultural. Nos conocíamos algunos de toda la vida, pero nunca habíamos trabajado en grupo.

Actualmente somos diez personas trabajando. Cuando reabrimos comenzamos a tener mas apoyo externo, porque antes la casa estaba politizada, ya que la cooperativa y la vecinal hacían su campaña política, y eso no estaba bien visto por la gente de Rincón.

Se trataba de fuerzas políticas que no estaban bien consolidadas, ni encasilladas en un determinado partido.

¿Cómo repercutió en el pueblo el surgimiento de un grupo de jóvenes, que sostienen un espacio cultural alternativo, independiente de la comuna?

Alejandrina: Como decíamos antes, la gente no se acercaba por una imagen negativa que se tenia de estas organizaciones políticas .Pero cuando nos hicimos cargo nosotros comenzaron a responder positivamente.

Arlen: Igual es un tema complicado, porque la gente que mas va a La teja no es de Rincón, y eso en realidad nos duele, porque todo lo que hacemos es para la gente del pueblo.

¿Por qué creen que sucede eso?

Arlén: Hay problemas en el pueblo desde siempre. La mayoría de la gente depende de la comuna, y del sistema que desde ahí se impone. Viven de las changas y los planes trabajar que se otorgan. Cualquier propuesta alternativa que no está avalada por la comuna es mal vista, y muchos no se animan a participar, a veces por temor.

Aleja: Ahora de a poquito, algunas personas comienzan a acercarse a la casa, pero el miedo hacia el lugar siempre existió.

Arlén: En muchos actos y actividades que organiza la comuna la gente es obligada a participar.

Al principio nos molestaba mucho no tener el apoyo de la comuna. Pero ahora ya no, estamos acostumbrados, si ellos no quieren promocionar la cultura esta bien, que hagan lo que quieran. Para nosotros el lugar tiene las condiciones para seguir impulsando la cultura desde ahí. Si ellos se deciden a proponer cosas y laburar junto a nosotros estaría buenísimo. No es que nosotros pensemos que cualquier actividad que ellos organicen vaya a estar mal. Todo lo contrario. Pero nos pone mal que nunca apoyen los eventos que nosotros realizamos, inclusive muchas veces nos ponen trabas, o arman actividades el mismo día y a la misma hora.

¿Como se consiguió instalar en esa casa antigua un espacio cultural y social?

Arlen: El dueño de la casa es un señor que se exilió en Francia en la época de la dictadura, la casa pasó por distintas manos, y estuvo abandonada por más de diez años. Pero hace unos años atrás este señor decide prestarla a un vecino del lugar, con la condición de que se efectúen arreglos de mantenimiento y se realicen actividades culturales. Pero cuando se venció el contrato en junio de este año, después de que la misma fuera refaccionada (previendo que la misma se viniera abajo), y rescatada del olvido, el propietario decidió comenzar a cobrarnos un alquiler.

Y ahora como primera medida ante este problema estamos pensando en triplicar las actividades para tener más ingresos, y buscar algunas soluciones para poder pagar el alquiler. Podríamos haber elegido no pagar e irnos a otro lugar, pero esto nos pasa justo en nuestro mejor momento, donde las cosas nos estaban empezando a salir mejor. Queremos seguir, y buscar la forma de hacer un nuevo contrato que nos sea accesible para poder pagarlo.

La mayoría de nosotras (Camila, Árlen, Alejandrina y Noelia) somos amigas desde la infancia. Está buenísimo haber podido conservar entre todas durante tanto tiempo un ideal. Asumimos este proyecto como un trabajo, mas allá de que no sea algo que nos proporcione una rentabilidad.

¿Se imaginan el proyecto de la teja en otro lugar?

No (rotundo, acompañado de risas).

Aleja: Toda la idea surgió por la teja, todo fue pensado en base a ese espacio.

Cubana: Para los que vivimos en el pueblo desde chicos, la teja (inclusive antes de llamarse así), fue un lugar donde solíamos jugar, siempre estuvo presente, era como parte del recorrido habitual de todos los días. Y que de un día para otro en vez de ser solo un lugar de paso sea un lugar que reconoces como tuyo es buenísimo. Y perderlo... no sé, no me lo imagino en otro lugar.

Aleja: Esa casa fue lo que nos unió a todos.

Ya no hay más preguntas. El antiguo grabador de periodista se apaga. Todos abandonan el mono-ambiente de la calle Cándido Pujato. La noche es mas fría que al comienzo de la entrevista. El hermano pequeñito del entrevistador solicita de urgencia, que se le compre, un paquete de figuritas y una coca en el kiosco de la esquina.


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