Colaboración

"El lenguaje es parte de la sociedad, los fenómenos lingüísticos son fenómenos sociales" escribe Federico en el marco teórico de este trabajo y a su vez "los fenómenos sociales son lingüísticos, en el sentido de que la actividad lingüística que se lleva a cabo en contextos sociales no es sólo un reflejo o expresión de los procesos y las prácticas sociales, sino que es una parte de esos procesos y esas prácticas" Esta investigación de Federico Coutáz, que será publicada en tres partes en nuestra revista, analiza diferentes textos para desnudar los elementos en común del llamado discurso de la inseguridad.

Militarización y criminalización de la pobreza en los discursos de la inseguridad
Primera parte

por Federico Coutaz


INTRODUCCIÓN

A partir de la década de los noventa (principalmente desde la segunda mitad) y hasta el día de hoy, el tema de la seguridad/inseguridad ciudadana ha ido cobrando cada vez mayor importancia en cuanto a su presencia en los medios masivos de comunicación, en distintos reclamos sociales y plataformas políticas. Según todas las encuestas la "inseguridad" es, junto al desempleo, el principal problema social que sufre nuestro país.

En virtud de esto, en el presente trabajo analizaremos distintos textos que comparten como tema la falta de seguridad. El objetivo es rastrear, en los mismos, elementos en común que nos permitan filiarlos a una misma matriz discursiva que denominaremos discurso de la inseguridad (cuya existencia se supone como hipótesis de trabajo).

Los elementos en común que, según nuestro presupuesto, componen el discurso de la inseguridad son: la militarización del conflicto, la criminalización de la pobreza y, también, del discurso de los derechos humanos. Esto es lo que en el análisis se intentará demostrar y/o justificar.

Para este propósito hemos seleccionado el siguiente corpus:

  • Declaraciones realizadas, en agosto de 1999, por el entonces candidato a Gobernador Carlos Ruckauf durante su campaña electoral;
  • Dos textos periodísticos:
    • "Prohibido el ingreso sin custodia policial", publicado por el diario El Litoral el 20 de marzo de 2001;
    • "El equipo del hampa se quedó sin 6 jugadores", publicado por el diario Crónica el 11 de mayo de 2002;
  • El Manifiesto de la cruzada Axel Blumberg, difundido por la fundación homónima, como así también distintas declaraciones (reproducidas en diversos medios gráficos) de su presidente, el ingeniero Juan Carlos Blumberg.

Teniendo en cuenta la aclaración realizada al comienzo, no compete al análisis que aquí se propone ninguna consideración respecto de los emisores de los distintos textos que conforman el corpus (1). Nuestro interés radica en los textos en sí, en su carácter social, es decir, en su correlato con el imaginario colectivo y sus implicancias ideológicas. En otras palabras, estos enunciados están constituidos, entre varios, por componentes ideológicos y componentes del imaginario social propio de la época en que circulan, lo cual significa que estos textos - o las significaciones ideológicas que naturalizan- se corresponden con lo que piensan amplios sectores de la sociedad.

Atendiendo a esto último es que se realiza el recorte del corpus. En el caso Ruckauf, éste obtuvo la adhesión de la mayoría del electorado de la provincia de Buenos Aires tiempo después de realizar las declaraciones aquí analizadas, antes de las cuales no era el candidato favorito en las encuestas. El caso, más reciente, de secuestro y asesinato del joven Axel Blumberg y sus repercusiones periodísticas y sociales introdujeron a su padre en el centro de la escena mediática y su discurso obtuvo la adhesión de más de 4 millones de firmas y cientos o decenas (depende de las fuentes) de miles de personas en sus tres convocatorias a marchas (2). Por otra parte, el diario El Litoral es el único diario de esta ciudad y su influencia se extiende a buena parte de la provincia; en tanto que el diario Crónica, tiene una amplia tirada con la particularidad de que el consumo del mismo (debido, entre otros, a su bajo costo) se centra los sectores medios-bajos y bajos.

Para este análisis, tomaremos algunas categorizaciones teóricas que se inscriben en el marco del Análisis Crítico del Discurso (principalmente las elaboradas por Norman Fairclough), que se explicitan en capítulo dedicado al Marco Teórico.


I

Antes de comenzar con el análisis del corpus intentaremos precisar los elementos constitutivos del hipotético discurso de la inseguridad.

I.1. Discurso de la inseguridad. Entendemos por tal al conjunto de discursos que reclaman por mayor seguridad frente al aumento del delito/violencia urbana; y que comparten las siguientes características:

  • Denuncia una situación de inseguridad, y el miedo consecuente de la población por el constante aumento de hechos delictivos y del grado de violencia de los mismos;
  • Propone como salida el incremento de la cantidad de policías así como el aumento de sus facultades; lo cual tendría como consecuencia que los sujetos dejaran de delinquir por temor a un poder de policía aniquilador.
  • Denuncia como causa de la inseguridad a la defensa de los Derechos Humanos (y por tanto a quienes los defienden), dado que estos representan una limitación a las pretendidas facultades de las fuerzas de orden para una efectiva represión del delito. Así como también impiden la sanción de leyes que legalicen este accionar (facultad de interrogar sin abogado defensor, de disparar sin dar orden de aviso) u otras que endurezcan el código penal como la baja de edad para imputabilidad, aumento de penas y hasta pena de muerte.
  • A quienes plantean límites en la represión del delito se los acusa de defender los derechos humanos de los delincuentes en desmedro de los de la gente inocente.
  • Critica a la justicia y al sistema legal vigente por ser insuficientes para castigar el crimen.
  • También critica a todos los funcionarios políticos o judiciales que por su discurso u accionar no comparten o no satisfacen los reclamos de este discurso. (El término descalificatorio más frecuente para con estos es el de "blandos " o "garantistas".)

I.2. Discurso Militarista. El discurso militarista también es un elemento común incluido en el discurso de la inseguridad. Entendemos por este la instauración de la idea de antagonismo bélico que sitúa de un lado a los delincuentes (generalmente como entidad unificada, "la delincuencia", "la delincuencia armada", "los asesinos") y por el otro, a la policía y/o el ejército que deben combatir a estos en defensa de la población ("la gente", "los ciudadanos", "la gente inocente").

Denominamos militarización, entonces, a la acción discursiva (presente en el discurso de la inseguridad) que pretende naturalizar estas significaciones construyendo la representación de la esfera pública como campo de batalla. Esta figura deja de ser metafórica en muchos de los discursos que incluimos en el discurso de la inseguridad y pretenden transmitir esa descripción como situación real. Dicho en otros términos, no se utiliza la figura del campo de batalla o de situación de guerra como metáfora intensificadora de lo grave de la situación (de los índices de delito o violencia urbana) sino que la guerra se pretende como real y por consiguiente se reclama un orden político, judicial e ideológico acorde a esta realidad o a la realidad entendida en estos términos.

I.3. Discurso de los derechos humanos. Entendemos por tal al conjunto de discursos que reclaman la defensa de los derechos humanos y denuncian las violaciones de los mismos por parte del Estado (incluimos aquí como posibles actores tanto a organismos de derechos humanos, organizaciones políticas, organizaciones no gubernamentales, como a personalidades o instituciones estatales). Este discurso suele ser radicalmente opuesto al discurso de la inseguridad ya que materializa una defensa del discurso legalista, basado en la defensa de la ley, expresada por la Constitución Nacional y los pactos internacionales firmados para la defensa de los derechos humanos.

En relación al delito, los actores que encarnan este paradigma discursivo suelen presentar explicaciones atinentes a las condiciones sociales, económicas y políticas constituyentes de un marco de crisis que opera como causa principal de la violencia, el delito y el posible aumento de los mismos. En consecuencia, plantean la necesidad de revertir la situación de exclusión, pobreza e inequidad material y simbólica como única manera efectiva de disminuir la tasa delictiva.

I.4. Criminalización de la pobreza. Entendemos por tal el discurso discriminatorio que iguala pobreza con delito mediante distintas estrategias discursivas (que intentaremos especificar en el presente trabajo). De esta forma la condición de ser pobre (villero, desocupado, piquetero) es razón suficiente para ser estigmatizado, a través del discurso, como sospechoso, peligroso o delincuente -actual o potencial-.


II

Declaraciones realizadas en agosto de 1999 por Carlos Ruckauf -entonces candidato a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires- reproducidas por los principales medios gráficos nacionales. (3)

Las declaraciones que a continuación se citan fueron realizadas por el ex vice-presidente Carlos Ruckauf el 4 de agosto de 1999 (4), en un acto político realizado en La Plata, ochenta días antes de las elecciones en las que resultaría electo gobernador de la provincia de Buenos Aires. Las mismas fueron reproducidas por los principales diarios nacionales (Clarín, La Nación, Página/12) en algunos de los cuales Ruckauf se encargó de rectificar y aún enfatizar sus dichos.

Como se ha mencionado, en ese entonces, Ruckauf no era el favorito en las encuestas que ubicaban a Graciela Fernández Meijide (candidata de la Alianza Por el Cambio) en primer lugar. Luego del triunfo de Ruckauf la mayoría de las lecturas realizadas por los analistas políticos coincidieron en que el cambio de intención de voto de buena parte del electorado tuvo como una de las causas principales los pronunciamientos del candidato en favor de "la mano dura" para reprimir el delito (5).

Además de la posterior victoria electoral, las declaraciones también tuvieron como consecuencia la renuncia del entonces Ministro de Seguridad León Arslanian quien fue reemplazado por Osvaldo Lorenzola.


Declaraciones de Carlos Ruckauf (fragmentos):

  1. "(la policía bonaerense) está en un frente de combate muy difícil contra el delito armado, por lo que debe utilizar máximo poder de fuego para poder detener a los delincuentes"
  2. "...acá hay que tener piedad por la gente y no por los delincuentes. En el tema de la seguridad voy a ser durísimo porque no me va a temblar la mano para tomar las más duras medidas"
  3. "...hay que entrar en todas las villas con los efectivos necesarios para acabar con el delito. La policía está capacitada, hay que dar las instrucciones y las decisiones de combate. Pero démosle las normas, no sea que entre un policía a uno de esos lugares, mate a alguno y después aparezca algún abogado de delincuentes a decir que el asesino es el policía"
  4. "...hay que meterle bala a los ladrones, combatirlos sin piedad (...) cuando un asesino se esté tiroteando con un policía siempre estaré respaldando al efectivo para que quede claro que la bala que mató al asesino es la bala de la sociedad que está harta de que desalmados maten a mansalva a gente inocente"

Militarización e impugnación del discurso legal

Los esquemas de clasificación que podemos reconstruir en las declaraciones de Ruckauf plantean una dicotomía en la que se construye la oposición que representan los dos bandos entre los que se libra una guerra.

Del lado positivo: Del lado negativo:
la sociedad,
la policía,
él
la delincuencia,
abogados defensores de delincuentes

Se encuentran sobreformulaciones, adjetivos y construcciones nominales que funcionan como reforzadores de carga semántica positiva y negativa respectivamente:

gente
gente inocente
sociedad harta
policía
efectivo
delincuentes
ladrones
delincuencia
delito armado
desalmados que matan a mansalva
asesino
abogado defensor de delincuentes

La construcción del campo semántico de la situación de guerra (que mencionábamos como uno de los componentes de la militarización) puede leerse a partir de los siguientes términos y construcciones: frente de combate muy difícil - delito armado - usar máximo poder de fuego - meter bala - combatirlos sin piedad - tiroteando - bala - desalmados que matan a mansalva - instrucciones y decisiones de combate.

Este marco sirve a Ruckauf para presentarse/construirse como el político al que no le "temblará la mano" si lo votan. De esta forma, inscribe su discurso en relación filial con la llamada "mano dura" una de las formas sociales de denominar a lo que en el presente se nombra como discurso de la inseguridad. Quedan, como contraparte, definidos como políticos de "mano temblorosa" o "blandos" los candidatos que, eventualmente, no concuerden con su discurso.

En la primera de las declaraciones citadas (A) vemos cómo la guerra se presenta como tema, y como rema la opinión de Ruckauf de que la policía debe usar el máximo poder de fuego. De esta forma se mitiga la opinión de que la situación es de una guerra y se elude la argumentación para justificar esa tesis. La relación causal que se establece entre el tema (el difícil frente de combate) y el rema implican que el tema funciona como argumento de la tesis planteada en el rema. Este mecanismo o estrategia argumentativa es recurrente en todos los fragmentos citados. Una paráfrasis de esto podría ser: Debido a que estamos en guerra hay que exterminar a los delincuentes sin vacilar. Este razonamiento puede clasificarse dentro de la falacia argumentum ad hominen (circunstancial) ya que en vez de probar la verdad de una afirmación se exige o se trata de probar que debe ser aceptada debido a circunstancias particulares, en este caso la situación de guerra.

Otro argumento desplegado se basa en la oposición 'delincuente' / 'gente' (6), a partir de la cual se plantea la siguiente falacia: tener piedad con la gente implica no tenerla con los delincuentes, falacia de falsa oposición.

Por otra parte, un elemento importante en relación al vocabulario es el uso del término piedad que circunscribe la afirmación a una dimensión moral (registro religioso), eludiendo la dimensión legal que es el verdadero foco de conflicto o discusión. Es decir, la piedad se restringe a un problema de conciencia individual o social-religioso (su violación puede tener como sanción una condena moral) y no a un problema legal.

Lo que podría objetarse (y contra lo que realmente se argumenta) no es que se tenga piedad con los delincuentes sino que se respeten sus derechos, que no se viole la ley para combatirlos, que no se cometa delito desde el Estado para combatir a quienes delinquen, es decir, que no se violen los derechos humanos.

Se sugiere que la necesidad de matar a los ladrones se justifica moralmente eliminando la posibilidad de que eso constituya un delito. La eliminación de la dimensión legal se corresponde con los juicios emitidos. Vemos aquí cierta argumentación encubierta, no explicitada que podría leerse de este modo: 'la ley no debe obstaculizar el exterminio de los delincuentes porque ellos son los asesinos y no los policías que los matan'. Consecuentemente, se pone en conflicto/disputa la relación víctima-victimario pero no planteada en términos legales.

El enunciado 'Hay que meterle bala a los delincuentes' se construye con una oración impersonal sin agente; de esta forma se mitiga la opinión y se la presenta como necesidad, como ley. Por otra parte, este enunciado supone desconocer (lo que evita negar explícitamente y sus posibles consecuencias) que no hay delito confirmado (por consiguiente tampoco delincuente) hasta que la justicia lo determine. Asimismo se afirma indirectamente que la policía puede matar tanto en enfrentamientos como no (en comisarías, cárceles); es decir, puede y/o debe establecer quién es o no delincuente. De manera implícita se elimina la dimensión legal, esto permite anular/rechazar/impugnar, sin afirmarlo, la justicia, la Constitución y, en definitiva, el sistema democrático.

En relación con esto podemos interpretar la única expresión que remite necesariamente a la dimensión /registro legal: abogado.

La calificación 'defensor de delincuentes' adquiere en este contexto significado peyorativo (7). El abogado (¿metonimia por garantías constitucionales?) es ubicado en el polo negativo de la confrontación; es decir, es integrado a las filas del "delito armado", del enemigo. Por lo tanto, se reafirma que la condición de delincuente no depende de un juicio y, también, se sugiere que no debería haber abogados para los delincuentes ni tampoco juicios.

'Meter bala' en este contexto defiende una pretensión punitiva más grave aun que la pena de muerte, ya que en los estados de derecho (8) es un juez quien condena a muerte después de un juicio con garantías, abogados defensores, etc.

También en este marco, los términos 'detener' a los delincuentes, 'acabar' con el delito quedan despojados de su acepción legal; es decir, detener = encarcelar, significan: aniquilar. De la misma forma que 'policía capacitada' es 'policía capacitada para matar' y 'dar las instrucciones y las decisiones de combate' implica dar la orden de matar. En tanto que 'dar las normas (a la policía)' significa dar garantías de que no serán condenados por sus posibles acciones delictivas. Esto es: asegurar a la policía impunidad legal o licencia para matar.

Es importante resaltar también la nominalización 'el delito armado', cuya connotación remite a un delito organizado y corporativo. La asociación entre delito y organización social, a su vez, remite a las organizaciones guerrilleras de la década del setenta (organizaciones que también Ruckauf llamó a exterminar con los resultados conocidos) lo cual establece una analogía entre la violencia de los setenta y la actualidad; a la vez que refuerza la idea de guerra-enfrentamiento y, posiblemente, invoca los métodos represivos del terrorismo de estado que provocó un genocidio hace casi tres décadas.

En el fragmento 'estaré respaldando al efectivo para que quede claro que la bala que mató a un asesino es la bala de toda la sociedad que está harta de que maten a mansalva a gente inocente', Ruckauf se posiciona en el lugar de la ley. Él es quien va a apoyar para que quede claro que no hay delito en la matanza de un asesino (sean cuales fuesen las circunstancias); es él, su respaldo, quien establece que quedará claro que la bala es de toda la sociedad.

La acción de matar se ubica en pasado como hecho acabado; mientras que los verbos 'es', 'está', 'maten' presentifican la acción, enfatizando la pretendida actualidad de la situación que se describe (9). El asesino no es matado por el policía sino por la bala que, además, no es del policía sino de toda la sociedad. Se refuerza esta particular y tematizada dicotomía víctima /victimario (el asesino no es quien mata sino quien es matado) como argumento para la tesis 'hay que meterle bala'. Se sigue omitiendo la discusión legal, ya que nadie puede discutir que la bala policial pertenece en cierta forma a la sociedad. Lo que sí es discutible es si la sociedad está de acuerdo en que esas balas se usen de ese modo y, sobre todo, si "ese" modo no constituye un delito (especialmente si no se pierde de vista que el hecho de que esas balas "representen" a la sociedad hace que sus delitos sean más graves que los delitos comunes). (10)

Criminalización de la pobreza

El tercero de los fragmentos citados (C) es explícito y quizá paradigmático en cuanto a equiparar pobreza y delito. El término 'entrar' (en las villas con los efectivos necesarios) no reviste el significado de 'ingresar' sino de 'acometer'; supone el posterior enfrentamiento para 'acabar con el delito', que no es otra cosa que 'acabar con los delincuentes'.

'Entrar en todas las villas (...) para acabar con el delito' supone que las villas son el origen exclusivo del delito y por tanto de los delincuentes. Como intensificador de esta condición podemos leer el sintagma nominal "esos lugares" que plantea (en el demostrativo) la distancia de quien enuncia. Se excluyen las villas (y por extensión todos quienes viven en ellas) del polo positivo de la confrontación, lo cual implica -como vimos anteriormente- que quien vive en una villa no es parte de La Sociedad, no es 'inocente', ni tampoco 'gente'.

De esta manera, se asigna al término 'delincuente' una extensión de significado que determina la condición social del sujeto que se clasifica como tal. Esto es: ser delincuente no es sólo cometer delito sino además pertenecer a determinada condición social -como ser pobre, vivir en una villa, etc.-. Podemos observar que para otros sujetos que no reúnen tal condición social, aún si violan la ley, es frecuente que se utilice otro término clasificador como 'deshonesto', 'corrupto', 'evasor', 'coimero', 'estafador' o sólo 'acusado' que implica las garantías legales de presuposición de inocencia, siempre negada al "sujeto delincuente" en los términos aquí descriptos.

En una primera síntesis (que extenderemos al análisis del resto del corpus), vemos cómo desde el discurso de la inseguridad los sujetos condenados a pertenecer a los sectores marginales son también condenados, dada su condición, a la categoría de delincuentes, con todas las implicancias simbólicas y materiales que esto supone.



Opiná sobre este tema

(1) Más allá de que pueda leerse, en el presente, nuestra opinión respecto de estos emisores, a partir del enfoque particular realizado, el análisis de los textos y su correspondiente posicionamiento ideológico.

(2) Hechos políticos que precipitaron la inmediata sanción de distintas leyes reclamadas en el congreso.

Marco Teórico

El Marco Teórico, que forma parte de este trabajo, ha sido incluido en otra página para facilitar su lectura (Ir).

(3) Fuente: diario CLARÍN del 05 al 08 de agosto de 1999, http://www.clarin.com; diario PÁGINA/12, del 04 y 05 de agosto de 1999, http:///www.pagina/12.com.

(4) A excepción de la primera que citamos (A) que corresponde al 01/10/00, diario CLARÍN, edición digital.

(5) En líneas generales, el cambio en el discurso de Ruckauf radicó en notorio viraje hacia la derecha y en el tono agresivo/provocativo de sus declaraciones, puede citarse la acusación de "abortista" a Fernández Meijide (entonces oponente electoral).

(6) Lo que implica una deshumanización de la figura de delincuente.

(7) Nótese que en otros contextos la expresión no adquiere necesariamente una significación peyorativa. Por el contrario, todo 'abogado defensor' defiende un sujeto imputado de cometer delito y el juez es quien determina si efectivamente el sujeto es un delincuente o no.

(8) Para quien escribe, la pena de muerte es inaceptable en un estado de derecho.

(9) "Los tiempos de los verbos no son solamente elecciones operadas en último término, una vez que la sintaxis y el sentido han sido puestos en su lugar, sino que intervienen en toda la trama del discurso"; en Maingueneau, D., pag.121.

(10) "...En 1999 la tendencia se ha mantenido en alza, llegando a 625 casos / -CASOS DE VÍCTIMAS FATALES EN MANOS DE LAS FUERZAS DE SEGURIDAD DEL ESTADO, ENTRE 1983 Y 1999, SIN CONTEMPLAR NINGÚN CASO DE ENFRENTAMIENTO-/, y con la particularidad de que se produjo un enorme aumento de dos modalidades: 1) la muerte de transeúntes provocada por el desprecio por la vida humana por parte de los funcionarios policiales, que priorizan a cualquier precio la captura de un delincuente presunto aunque ello implique poner en peligro al tercero totalmente ajeno al hecho; 2) el fusilamiento de quienes son sospechados de haber cometido delitos, aun hechos menores como arrebatos, en una flagrante evidencia de que las pregonadas políticas de mano dura y tolerancia cero consisten, sencillamente, en la ejecución extrajudicial sumarísima, aprovechando el mayor consenso social obtenido para legitimar estos homicidios. Dicho de otro modo, la policía está efectivamente "metiendo bala" como ordenó el vicepresidente en ejercicio y gobernador bonaerense electo Carlos Rukauf. (...) El promedio de edad de las víctimas es de 17 años y en su enorme mayoría pertenecían a los sectores más desprotegidos en lo social y económico." (Fragmento del informe anual de CORREPI (Coordinadora contra la Represión Policial) 1999. En www.correpi.com.ar.

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